Saliendo a la puerta de mi casa estaba el teniente Ronald amenazando a mi esposo Abdel Rodríguez Arteaga, Vicepresidente Nacional del Partido Cuba Independiente y Democrática (CID). Entre un grupo de descalificativos le pidió que me exigiera a mí que no saliera de la casa porque sería detenida. Al escuchar la amenaza salí y llegando a la esquina el represor
corría a buscar el carro patrullero 443. Allí tuvo una fuerte discusión con mi esposo y mi mamá. De la patrulla bajaron cuatro policías de ellos dos mujeres las que me cogieron violentamente por el brazo, yo logré soltarme con un empujón y les dije que no me empujaran. Me mandaron a callar, orden que no obedecí.
Fui conducida a la estación policial de Zanja y Dragones, municipio Centro Habana. Me esperaban allí con un acta de detención en la mano que me dieron a leer, acusándome de participar en actividades contrarrevolucionarias, me carcajeé de ellos y NO la firmé.
A las 11.00 am me despojaron de todas mis pertenencias y me trasladaron a la celda cifrada con el número 3. Cuando llegó el superior de guardia de la unidad me pidió que saliera a comer, le contesté que estaba en ese lugar en contra de mi voluntad y de forma injusta, violándoseme mi derecho a la libertad de expresión y de asociación y por lo que me negaba a comer.
Nunca pude dormir, llegó la hora de la comida y nuevamente el Oficial de Guardia Superior fue a pedirme de favor que comiera, me volví a negar diciéndole: «aquí hay una mujer con principios definidos y línea política trazada».
Airadamente me amenazó con trasladarme al Vivac (un centro de detenidos en espera de sanción ubicado en las afueras del municipio Boyeros), le respondí con que me llevaran para donde ellos quisieran que mis ideas, no las podrían cambiar ni en la unidad de Zanja, ni en ningún otro lugar.
Al amanecer todo fue un caos. Era imposible poder entrar al baño, la letrina destilaba amoniaco puro por la concentración de orina. Llamé al calabocero y le exigí limpiar el calabozo. Me contestó en muy mala forma que él no estaba allí para limpiar, que solo podía echar un cubo de agua al baño para amortiguar la pestilencia.
Traté de conciliar nuevamente el sueño y ayudada por el cansancio lo conseguí. Nuevamente en el horario del almuerzo se personó la enfermera, me preguntó padecimientos, le dije secamente –migraña-, me chequeo los signos vitales, me dijo que todo estaba bien, le pedí mi regreso a la celda y así lo hicieron.
Cerca de la madrugada trajeron a cuatro mujeres. No pude dormir más, porque a pesar de que me mantenían aislada ellas pasaron todo el tiempo escandalizando y gritando obscenidades. Enmudecí al ver que eran muchachas muy jóvenes y como se quitaban la ropa y mostraban sus partes a los hombres que estaban detenidos allí y a los policías, sin ningún recato. Ellos comenzaron a gritarles groserías.
Yo deseaba que amaneciera. Luego de la hora de aseo en la celda donde yo estaba. En esa tarea pusieron a dos mujeres presas por un delito de violación de domicilio y amenaza: Me identifiqué con ellas y me declararon su apoyo, me pidieron que siguiera luchando.
Al medio día del martes 25 de septiembre escuché decir que mi esposo acompañado de un grupo de actvistas del CID y Damas de Blanco se encontraban exigiendo mi liberación en las afueras de la estación. Escuché que él había telefoneado a la Sesión 21 del DSE, observaba como la policía se preparaba para enfrentar a los que estaban apostados en el exterior de la unidad, eso me inquietó.
En la llamada mi esposo habló con el Coronel Tamayo y le exigió que me liberara o llevarían a cabo acciones de reclamo en la vía pública. Me cuenta mi esposo que pasados 15 minutos ya estaban allí el coronel Tamayo acompañado de un agente represor dedicado al CID que refería llamarse Tomás. Tamayo le pidió a Abdel que le hiciera el favor y que se llevara “la tropa” refiriéndose a los opositores apostados, que yo sería liberada.
Me sacaron del calabozo y fui conducida a una oficina, se encontraban esperándome Tamayo y Tomás. Me amenazaron para que yo renunciara al CID y a las Damas de Blanco. Estaban molestos por el crecimiento del Partido Cuba Independiente y Democrática y me dijeron que nos llevarían a prisión a mi esposo y a mí.
Me amenazaron: “cada vez que te veamos en la calle vas a ser detenida y conducida a cualquier unidad militar, en cualquier momento se podía hacer otra Primavera Negra y tu clasificas para eso”. Yo les respondí: ustedes pueden hacer lo que quieran porque tienen el poder pero no la razón, sus amenazas no me van a hacer cambiar porque mis principios no son negociables.
Terminé diciéndoles que no tenía más deseos de hablar, que me llevaran para mi casa que yo estaba muy agotada y quería ver a mi familia luego de haber estado detenida 60 horas por el miedo de ellos. Me levanté y cuando me dispuse a salir el coronel que se identifica como Tamayo me tocó por el hombro diciéndome: no hemos terminado de hablar, serás citada nuevamente, le respondí: «cuando guste».
Fui custodiada por el oficial Tomás hasta el patrullero 320, en el que me llevaron hasta mi casa. Mi familia me esperaba en la calle acompañados de mis vecinos, que me apoyaron con frases “bravo”, “Dios te bendiga”, “sigue adelante” entre besos y abrazos solidarios.
Aimé Cabrales Aguilar
Dama de Blanco y Responsable de Atención a los Presos Políticos en el Partido Cuba Independiente y Democrática (CID)
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Tienen miedo y estan carente de ideales. Se percibe, en la forma del trato, que son tambien victimas del sistema. La moral esta de parte del prisionero y comienzan a aceptarlo. Es admirable la actitud firme, segura y valiente de esta joven.