Algo huele a podrido en el rescate de Cuba

Cuba está viviendo bajo una realidad sospechosa. El país amanece cada día con un reporte de casos positivos de infectados por coronavirus, cientos de casos que se incrementan en una alarmante espiral apocalíptica.

Músicos y artistas, que construyeron sus carreras a la sombra del régimen, salen de las burbujas protegidas de sus apatías políticas para enfrentar al régimen desde la peligrosa tribuna de la libertad de expresión.

Músicos y cantantes escriben e interpretan canciones contestatarias, algo que se ha hecho en otros momentos en la historia de nuestra lucha por la libertad, pero con una variante novedosa: ahora el régimen responde, aportando sus propias creaciones musicales (patéticas y me-diocres) de reafirmación revolucionaria, en lo que parece que terminará convirtiéndose en una nueva forma de distracción.

Por su parte, las desastrosas nuevas medidas económicas, con todo y el nefasto chanchullo mo-netario, actúan como una bestia confundida que, a ratos, golpea y se repliega. La pérdida de la efectividad del discurso ideológico está obligando al totalitarismo a compartir poderes con la anarquía.

El campo de batalla del enfrentamiento político se está trasladando a los set de televisión y los programas audiovisuales en línea, tratando de desplazar a un segundo plano a los actores reales que cada día se juegan la vida en las calles.

Qué está sucediendo realmente detrás de este multipolarizado escenario cubano, alucinado y alucinante; qué poderes estratégicos se pueden estar moviendo entre las sombras de tanta confusión social y política. Quizá todo no sea más que el efecto perturbador del agobio y la decepción, pero es inevitable experimentar la sensación de que algo huele a podrido en el rescate de Cuba.