Los casos de infestados por COV-19 se multiplican en Cuba. Las medidas para contener la propagación de la pandemia no funcionan. A partir de este primero de septiembre el gobierno ha puesto en práctica nuevas medidas restrictivas que limitan el movimiento de los ciudadanos en la capital.
¿Qué trata de contener el gobierno con estas nuevas medidas?
Ante el impacto de las carencias extremas que sufre la población cubana, el régimen ha decidido volver a los días oscuros de 1980, creando brigadas “civiles” de enfrentamiento. Otra vez azuzando los odios y los resentimientos entre ciudadanos, una especie de quinta columna que actúe como una cerca de alambre de púas.
La supuesta lucha contra los acaparadores, y los llamados coleros, es una cortina de humo para justificar el incremento de la vigilancia y la represión contra las expresiones de disgusto, cada vez más osadas e irrespetuosas, de la población.
Las tiendas en CUC están cada vez más desabastecidas. Los pocos e intermitentes suministros que llegan a estos establecimientos provocan la formación de largas y atropelladas filas para tratar de adquirir algunos pocos alimentos. El distanciamiento es casi nulo y las gentes, intercambiando opiniones en un interminable ejercicio de desahogo, hablan y gritan unos sobre los otros.
El estado de desesperación es peligroso.
La lucha por la libertad ha sido larga y agotadora, y los métodos pacíficos de denuncia y reclamos han fortalecido la arrogancia y el desprecio de los que gobiernan. La luz, sigue esperando al final del túnel, pero el túnel parece no tener final.
Pero una nueva batalla se está librando en la calle, una batalla diferente que amenaza convertirse en una calamidad sangrienta: la lucha por sobrevivir al día a día en busca de alimentos. Una lucha sin ideología que puede desatar la furia de las más bajas pasiones y desafiar al aparato represivo con una violencia apocalíptica.
El régimen de la isla sigue atrincherado en la creencia de que el pueblo continuará soportando, con enfermizo estoicismo, la agresión y el atropello a sus necesidades más básicas; cree en la efectividad de ese muro de aislamiento y contención en que quiere convertir a las “brigadas de respuesta rápida”, formada por ciudadanos sin escrúpulos.
Estamos en el umbral del “demasiado tarde”. La desesperación está minando el miedo, y la incertidumbre está empezando a cambiar de lealtades. Esta es otra oportunidad para los oportunistas de renunciar a sus acciones nefastas y cobardes, y ponerse al lado de la justicia.
Por Ernesto Aquino
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