Le debían haber entregado a ella la autopsia que se hizo y el cadáver del hijo. Habría sido lo justo y la forma de demostrar que el gobierno no tenía nada que ocultar. Además la Embajada de Canadá en Cuba se había ofrecido expatriar el cuerpo a Canadá. Pero no fue así, a la madre no le entregaron la autopsia y Brandon había sido incinerado. En otras palabras desaparecieron las evidencias que podían haber confirmado un crimen o la versión oficial.
¿Habría alguna razón especial para castigar a los Ross?
De toda esta infortunada historia hay otros dos aspectos que llaman la atención:
1) No aparece nunca el nombre del diplomático canadiense, padre de la víctima.
2) La prensa, radio y televisión canadiense no le ha dado cobertura lógica a la trágica y sospechosa muerte del hijo de un diplomático canadiense en Cuba.
¿Por qué el silencio?
La misteriosa muerte y el comportamiento del gobierno cubano podrían todavía provocar la cancelación de miles de viajes turísticos a Cuba en este Invierno. Sólo la página del CID: Cuba Advisory, que informa a los canadienses sobre Cuba, ha publicado la versión en Inglés que apareció en The Miami Herald.
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