El títere de Raúl Castro, Miguel Díaz Canel, anunció ayer viernes 20 de marzo que no se permitiría el ingreso de más turistas a Cuba por los próximos 30 días. ¿Será? O será que la decisión se tomó cuando se dieron cuenta que tenían 60.000 turistas en la Isla y que si un pequeño porcentaje de ellos pasaba el virus a otros, solo con los extranjeros el sistema de salud del país colapsaría inmediatamente. Cómo explicar al mundo los cientos de turistas enfermos y muertos que podrían llegar a tener en Cuba, en un sistema que hasta el día de hoy los medios de comunicación prestigiosos siguen usando como un ejemplo y publican los datos oficiales de contagiados como si los diera el Vaticano.
O sería que el número de cancelaciones de turistas fue de tal magnitud que se dieron cuenta que no tenía sentido insistir en que Cuba seguiría dándole la bienvenida a los extranjeros. Antes del lunes 16 de marzo, Bárbara Cruz, la Directora General de Mercadotecnia del Ministerio de Turismo del gobierno castrista admitió públicamente que había un 12% de cancelaciones y esperaban más, incluso de Canadá, la principal fuente de turismo a Cuba. Le tomó a la mafia castrista bastante tiempo darse cuenta que su decisión de convertir a la Isla en el refugio de los turistas que huirían de la pandemia en sus países fue un error colosal. Error que va a pagar el pueblo cubano con angustia, sufrimiento y muertos.
¿En qué cabeza pudo asentarse la idea de que por ser una Isla, en Cuba no pasaría nada? Que la pandemia presentaba una magnífica oportunidad de negocio en el turismo, lo único que trae dólares al país. Y si pasaba algo se podría encubrir achacando muertos a otras enfermedades. La respuesta es sencilla, la gente desesperada tiene la tendencia a creerse sus propias mentiras y a no ver la realidad. La verdad es que ya no pueden seguir saqueando a Venezuela como lo hacían antes y el turismo, incluyendo el de los cubanos que viven en el extranjero, es la única fuente de recursos que tienen para mantener sus privilegios, su corrupción y su maquinaria represiva funcionando.
Hace menos de una semana, el martes 5 de marzo, la dictadura se daba golpes en el pecho por la solidaridad que habían brindado al crucero inglés “MS Braemar” al que otros países, entre ellos República Dominicana, le habían negado atracar en sus puertos. “Ningún otro puerto caribeño estaba dispuesto a aceptar el barco debido a las sensibilidades locales hacia el coronavirus COVID-19”, dijo la empresa dueña del crucero. En Cuba la dictadura no tenía que preocuparse por las sensibilidades locales, así que aunque al pueblo le disgustara la decisión del régimen, a quienes están en el poder no le importaba. El crucero llevaba 682 pasajeros y 381 tripulantes entre los cuales había cinco enfermos de coronavirus a bordo y 44 aislados por presentar síntomas de la enfermedad. La solidaridad del gobierno cubano que le costó más de dos millones de dólares a la empresa Fred Olsen Cruise Lines, dueña del barco.
La mafia castrista dice que no va a aceptar turistas por 30 días. Han desechado la política de la Isla-Refugio contra el coronavirus, el país que “descubrió” la cura contra esa pandemia, el país de la solidaridad con los contagiados sin puerto seguro. Tardíamente han tomado una sola de las medidas que debieron haber puesto en acción hace bastante tiempo. Apostaría a que temieron al pueblo cubano que estaba llegando al punto de la desesperación, sin alimentos para poder quedarse en sus casas, sin medicinas, sin jabón y en muchos lugares sin agua, teniendo que enviar obligatoriamente sus hijos a las escuelas, hacer colas para todo y viajar como lo hacen los animales.
Editorial de La Nueva República 260-B
Deja tu comentario