¿CUÁNDO SE JODIÓ LOS ESTADOS UNIDOS?

Por |2023-12-21T09:17:26-06:0021 diciembre, 2023|Israel|Sin comentarios

Manifestación contra Israel en la universidad de Harvard

 

Por Ricardo Israel*  18/12/2023

 

¿En qué momento se había jodido el Perú? es la pregunta retórica de Zavalito, el joven periodista (quizás el propio escritor), en “Conversaciones en la Catedral”, una de las más importantes novelas del premio Nobel Mario Vargas Llosa, y desde entonces se incorporó al mundo, para ser utilizada en otros países, y como decía un profesor en Essex, una vez que una idea es expresada, ya no le pertenece a quien la inició. Para mí, la intención del autor no fue responderla mirando al pasado, sino como una herramienta para analizar tanto el presente como el futuro, ya que, al aislar el origen, se puede superar y, por lo tanto, mejorar.

 

En el caso de Estados Unidos para mi tiene fecha y nombre. Fue la comparecencia de las presidentas de tres prestigiosas universidades ante el Congreso (Comisión de Educación, Cámara de Representantes) el martes 5 de diciembre de 2023. Se trata de Liz Magill, Sally Kornbluth y Claudine Gay, presidentas de la Universidad de Penn(sylvania), del Massachussetts Institute of Technology (MIT) y de Harvard, respectivamente, es decir, universidades de elite de Estados Unidos, y por lo tanto del orbe, ya que en pocos rankings USA tiene el tipo de prestigio y liderazgo que todavía conserva entre las mejores universidades, instituciones donde además siguen egresando líderes, incluyendo autoridades de gobierno y ejecutivos de importantes transnacionales. Y del mundo entero.

 

Antes, en años distintos, hice clases en varias universidades como profesor visitante, y me radiqué, quizás definitivamente, por razones familiares en abril del 2019. Esta vez, muchas cosas me sorprendieron tales como su guerra cultural, la polarización, la falta de consensos, el proceso de deterioro que he llamado la “latino americanización” de su política, prensa activista y sesgada, encontrar que parte de la elite no gusta de USA como potencia, mucha lentitud para reaccionar unida ante el desafío planteado por China y, empeoramiento del desinterés en un mundo exterior que parafraseando a Ciro Alegría se le ve como “ancho y ajeno”.

 

Pero nada, absolutamente nada me preparó para lo que hoy ocurre en sus universidades con una judeofobia desatada allí y en las calles del país.

 

Sin duda alguna marca un antes y un después, el hecho que estas tres autoridades se hubiesen negado a responder con un sí o un no si el genocidio de judíos era inaceptable y si ese lenguaje de odio era castigado por la reglamentación interna de sus universidades. ¿Sería aceptable para cualquier otro grupo? La respuesta es no, y lo que ocurrió, de manera alguna es polarización sino simplemente bancarrota moral, lo contrario a lo que uno suponía que representaba Estados Unidos. Pasó lo que pasó porque hay una profunda crisis, división ante hechos donde había existido históricamente consenso, y según las entrevistas al azar de la TV, tampoco habría condena masiva entre los alumnos que no son judíos.

 

Quizás ocurrió porque la crisis es tal que no se trata solo de tres personas, sino que el problema está de tal modo institucionalizado que podrían ser cientos, por lo que la actitud de ese trio sería solo una expresión, con lo que la situación seria doblemente grave al ser representativa de esas instituciones, cuya actuación necesita hoy un fuerte debate en la sociedad. También requiere acción de la Justicia, Congreso y la Casa Blanca, toda vez que desnuda una problemática donde el miedo de estudiantes y académicos judíos ha ido acompañado de manifestaciones de apoyo al terrorismo de Hamas, y de conductas hacia Israel y los judíos que envidiarían los rectores de universidades alemanas en los 30s.

 

Mientras miraba por TV a esas autoridades universitarias ir de mal a peor con el doble estándar, quedé muy impactado por los testimonios presentados por estudiantes judíos, mujeres y hombres, sobre las situaciones que se vivían cotidianamente en sus lugares de enseñanza, y que a ellos les recordaban experiencias que solo habían recogido de sus abuelos europeos, no de sus padres estadounidenses, como si se hubiese saltado una generación el discurso de odio. Es llamativo que estos hechos aparecen donde los judíos se sienten muy seguros, y es inevitable no recordar dos tragedias que ocurrieron precisamente donde se sentían así los judíos, por cierto, Alemania en los 30s y España en 1492.

 

La verdad que se ha demostrado en estos días es que la única verdadera razón que podría impedir en el futuro un nuevo holocausto es la existencia de Israel, toda vez que lo observado en USA es también una conducta que desde hace años es fácil encontrarla a través de occidente y el tercer mundo, tan solo que USA es el lugar donde uno suponía que todavía había defensa contra este tipo de odio, representativo de la fobia más antigua de la humanidad. Se suponía, que después del nivel de violencia y perversión del 7 de octubre, habría una corriente de simpatía cuando en definitiva aconteció lo contrario, a pesar que desde el Holocausto no había existido un día con tantos judíos muertos, tanto que Israel declaró no un ataque más a los perpetradores, sino que oficialmente se puso en estado de guerra, lo que no ocurría desde quizás 1973.

 

Después de Israel, USA era el país donde equivocadamente se suponía que estas cosas no les pasaban a los judíos por el hecho de serlo. Y les pasan. De ahí el impacto de lo que ocurrió en el Congreso, y no hay forma de matizarlo, por mucho que CNN lo atribuya a la agenda personal de la diputada por Florida que inició el interrogatorio, o que El País de España relativice o defienda a las universitarias.

 

Por donde se le mire, es un antes y un después. Yo lo vi por C-SPAN, la cadena especializada en cobertura de asuntos públicos, y quedé muy impactado, en silencio, y con miedo ante lo que había presenciado. Más aun, es probable que ni siquiera en la época del predominio de leyes racistas, el Congreso hubiese sido testigo de testimonio igual de tres presidentes de esas universidades, lugares de supuesta defensa de la diversidad y donde sus autoridades son hoy expresión de una clase intelectual que influye sobre USA y buena parte del mundo. Quizás habrían actuado mejor o peor, pero igual es difícil, al menos en impacto.

 

Y sin duda, son parte de una nueva elite, que al parecer no cree en la idea de USA como líder político del mundo, sino que más bien sea reemplazada por una agenda global, donde es Washington el que debe adaptarse. Inesperado para alguien que como yo no duda en preferir que se imponga a la arremetida china.

 

Estas tres presidentas mostraron en sus declaraciones una arrogancia que uno no espera ni de estas instituciones ni de sus máximas autoridades, aunque Google entrega pocas luces acerca de que posean currículos merecedores de esa posición. Incluso, me dio la impresión de que desconocían algo básico de las instituciones que presidian, toda vez que, si estoy en lo correcto, al ser privadas, a diferencia de las públicas, no están 100% sujetas a la primera enmienda constitucional. Pero, al recibir fondos federales si están obligadas a proteger a todos los estudiantes, tanto del acoso como de la discriminación, es decir, exactamente lo contrario de lo que parecían entender, al enredarse con el tema del “contexto”, que simplemente no correspondía.

 

Hay algo más que está ocurriendo con las universidades, en el mundo y también con las que representan estas presidentas, las que son instituciones poderosas, pero hoy vacías por dentro en deber moral. La universidad es una institución que en lo fundamental no ha cambiado su esencia de más de un milenio, desde su aparición en Bolonia el 1088, pero el componente ético se le escapó a ese trio.

 

Además del doble estándar, quedó en evidencia la crisis de misión y de sentido que las afecta. Que golpe duro dieron a la idea de Estados Unidos como “faro de luz” para el mundo, además, de cuestionar la calidad de la enseñanza entregada, ya que sus estudiantes gritan “del rio al mar” sin saber de cual rio o mar se habla, por lo que hay que luchar por volver a una cultura de mérito, y una selección de alumnos y profesores basada en su cerebro más que en su apariencia.

 

Renunció la presidenta de Penn, en el MIT hubo silencio, cerrando filas detrás de su presidenta, y Harvard la apoyó después de un debate y movilización de sus partidarios, que en declaración pública argumentaron que esencialmente había actuado bien. Oficialmente también fue respaldada ante acusaciones de plagio que se disfrazó de “citaciones inadecuadas”, lo que no es algo menor en una universidad de prestigio, y quizás va a tener consecuencias, ya que indica un deterioro de los niveles mínimos esperables en una carrera académica que para el cargo debiera ser de excelencia, y que la Sra.Gay está demostrando que no lo es.

 

En definitiva, tres respuestas a un mismo hecho, y en el caso de Penn, todo indica que influyó el dinero, ya que en la salida de Liz Magill motivo importante parece haber sido el tema de las donaciones, por ejemplo, la publicitada amenaza del retiro de US$100 millones, por parte de un acaudalado exalumno.

 

Claramente existe crisis ética cuando en el sistema universitario, los intereses de investigación se subordinan a los estímulos del dinero gubernamental o institucionalmente, a la penetración de dinero chino y petrodólares, que han disminuido la importancia de la filantropía judía, tal como ahora ha sido probado.

 

El tema de fondo no es una renuncia más o menos que no va a cambiar nada, y el peor error de Estados Unidos y de la comunidad judía seria centrarse en este punto, y no abordar la ideología detrás, la que busca reemplazar a la educación por el adoctrinamiento y el dogma, la aparición de la cultura de la “cancelación”, donde se ha masificado el odio a Israel como también se ataca diariamente a la propia idea de lo que representa Estados Unidos, que ya no sería fuente de aportes buenos a la humanidad, sino que en la visión de gente muy influyente al interior de muchas instituciones universitarias grandes, medianas, pequeñas, sería el origen de muchos males, incluyendo un racismo “sistémico” y la reproducción de la sociedad patriarcal, además de difusión imperialista.

 

Que no sea cierto es otro problema, ya que se trata de una narrativa que se impone a los hechos.

 

Ello incluye a Israel y a los judíos, que por arte de magia dejan de ser una ínfima minoría de 16 millones entre 8 billones, para transformarse nuevamente en fuente de todos los males, en el huevo de la serpiente a eliminar, aunque sea en forma violenta. En la división del mundo entre “victimas” y “victimarios”, han sido incorporados arbitrariamente a la segunda lista, como si el holocausto nunca hubiera existido, y, de hecho, una encuesta reciente de You Gov/The Economist mostró que 1 de cada 5 jóvenes no tiene información sobre este hecho. Es decir, consecuencia directa de algo que me cuento entre quienes lo han denunciado desde hace tiempo, cual lo es la cuasi desaparición de las humanidades en el sistema universitario, ya que, al ser desplazadas a la marginalidad interna, están egresando estudiantes totalmente ignorantes por ejemplo de la historia, ya que cuando más se les necesita para darle sentido a un mundo donde predominan las redes sociales, están perdiendo importancia.

 

En otras palabras, nada va a cambiar si la comunidad judía no se saca los guantes, para lo cual no debiera contentarse con algunas renuncias y con nuevas autoridades con promesas que no pueden ser cumplidas, mientras no se vaya al fondo del problema y exista una discusión, dentro y fuera de los muros institucionales, sobre como hoy la universidad se niega a sí misma, con actitudes como la actual ola de judeofobia. Más aun, algunas como Harvard tuvieron coqueteos con el nazismo previo a la segunda guerra mundial, de lo cual desafortunadamente salieron más bien impunes.

 

Estoy seguro de que los dirigentes comunitarios están haciendo todo lo posible, pero ello hoy puede ser insuficiente dados los peligros que acechan, incluyendo a nivel político el llamado progresismo, y también la dificultad para responder a la pregunta de ¿qué le pasó a parte importante de la izquierda mundial con los judíos? En las universidades, no es novedad lo que hemos presenciado, solo que hoy es más visible lo que existe desde hace tiempo, ya que coincidió con Gaza. La reacción de la comunidad judía debe recurrir a algo de lo mejor que tiene Estados Unidos y que es un sistema muy potente y probado de defensa de las víctimas. Es decir, una verdad a ser repetida, que la mejor defensa de los judíos es pasar a la ofensiva, y de acuerdo con la mejor tradición de USA, ese lugar son los tribunales.

 

Recurrir a los tribunales de justicia se justifica por el hecho que el problema viene desde hace tiempo, tal como lo denunciaron esos estudiantes, sin los cuales quizás no hubiésemos tenido la presencia de esas autoridades en el Congreso.

 

Acudir a la Justicia es el camino, y desde ya, un objetivo principal debiera ser demandar a grandes universidades, por un lado, y por el otro, a sus autoridades con nombre y apellido para hacerlas responsables. El propósito es que no haya impunidad ni personal ni institucional, y en el caso de las autoridades, también hacerlas responsables pecuniariamente con castigos monetarios que ayuden a un fondo que en el futuro contribuya a evitar el olvido y la repetición de estos hechos, aunque pagar con dinero es secundario al efecto de la disuasión.

 

Este recurso a los tribunales también debiera acompañarse por demandas hacia los medios de comunicación que han tenido clara participación en lo que se ha construido por tantos años. No pienso en pequeños, sino en la BBC, la CNN o el New York Times entre otros, lamentándolo, dado que fueron para mí el estándar a imitar, y ahora siento que su cambio en este tema los hace irreconocibles para mí.

 

El camino judicial, la denuncia y un debate público que incluya presión a los candidatos, es el mejor camino para que no se repita lo que ha estado ocurriendo. Y ojalá la estrategia jurídica vaya construyendo desde ya un caso lo suficientemente sólido para que el objetivo final sea llegar a la Corte Suprema, ya que en el sistema republicano de USA, es la única institución que goza de la ventaja que sus decisiones son obligatorias no solo para las partes sino para todos, lo que hace que su sistema no tenga igual en otros países, en cuanto a que sus frenos y contrapesos superan con mucho a la separación de poderes simple.

 

En otras palabras, una sentencia medular en torno a los límites de la judeofobia tendría casi el mismo valor que una ley, con el agregado que a veces los tribunales llegan antes que el Congreso y la Casa Blanca. Al respecto, basta ver como las sentencias sobre Rosa Parks y otros casos emblemáticos se adelantaron a las leyes de Derechos Civiles. Dada la dificultad existente para llegar a acuerdos políticos en el Congreso, este camino podría ser más rápido para proteger a los judíos.

 

Sin embargo, todavía no percibo que la comunidad judía ya se esté sacando los guantes en USA. Me parece que todavía predomina una actitud cuya rapidez no parece adecuada a lo que se vive, necesitándose a mi juicio mayor velocidad de respuesta. El momento es muy duro y nadie va a hacer por los judíos lo que ellos no están dispuestos a intentar por sí mismos.

 

La respuesta también debe incluir aprender de otros grupos y colectivos, además de algo tan poco estadounidense como observar al resto del mundo, para extraer lecciones y enseñanzas, siempre con el objetivo de proteger a los judíos que viven en este país, y como extensión a los judíos del resto del mundo que no vivan en Israel, ya que, si no lo puede hacer una comunidad con los recursos de la estadounidense y los derechos que otorga la constitución, entonces ¿dónde?

 

Al respecto, existe algo que quedó flotando en el aire después de la participación de las tres presidentes en el Congreso. Fue la respuesta a la pregunta de si las tres hubiesen actuado igual, si se hubiese tratado de otros grupos o colectivos.

 

Y muy ilustrativo del tema de esta columna es que la respuesta fue evadida, incluso por representantes y senadores. Entiendo que el temor a la cancelación está muy presente, situación donde la responsabilidad del sistema universitario en normalizar la violencia contra el que piensa distinto ha sido grande, y con demasiada impunidad de sus autoridades. En los medios de comunicación, la verdad es que yo he escuchado responder derechamente a solo dos panelistas, ambos afroamericanos, los que dijeron con valentía que, si se hubiera tratado de estudiantes afroamericanos, a ellos no les hubiese pasado lo mismo. Y con admiración digo, que me alegro mucho de que lo señalen con una convicción que no veo en otros. E insisto, estamos hablando de Estados Unidos, y probablemente aquí se configura un caso de autocensura.

 

Ese es el punto. Seguramente si se hubiera tratado de otros grupos, estas tres presidentas no hubieran dudado ni callado un segundo, y los profesores y alumnos culpables de ataques y de opiniones de odio hubiesen sido inmediatamente disciplinados, al menos suspendidos. Es decir, tal como el tema lo merecía, no hubiese habido necesidad de buscar el “contexto” para ver si era “aceptable” repudiar al genocidio de judíos (sí, fue pregunta específica). Por viejo que sea este odio, lo sorprendente de las autoridades universitarias es la protección que le han dado a las manifestaciones y la evasión de su responsabilidad. Razón adicional para acudir a los tribunales, para que la sanción ayude a que no se repita el nivel de hipocresía que hemos presenciado.

 

En buena hora USA cambió después de los 60s, y aunque hoy, la comunidad afroamericana todavía es objeto de discriminación, tiene, sin embargo, una defensa que hace pagar el precio, al menos en universidades y medios de comunicación, a quienes caen en esos discursos de odio. Y en ocasiones, es automática, lo que me merece aplausos.

 

Ese es un modelo que se puede hoy intentar imitar, ya que, en el caso de la prensa, hay presencia judía de periodistas y columnistas. Y en las universidades, se cuenta con fuertes números en alumnos y profesores.

 

Pero tampoco se les ve en la medida que la hora exige, y cuando aparecen lo hacen más bien a nivel individual que haciendo sentir el peso colectivo. Ahí el ejemplo deben ser esos admirables estudiantes que sacaron hacia afuera y en forma pública, los problemas de agresión que están viviendo. Creo, que no es mucho pedir que las comunidades judías imiten, con su peso, lo que han logrado hacer sus jóvenes, un muy buen semillero para el futuro comunitario.

 

Como otras veces en su historia, se necesita una dirigencia comunitaria que no tenga complejo alguno ni deje puerta sin tocar. Es demasiado grave lo que está ocurriendo como para tener dudas.

 

Falta mencionar otros esfuerzos que deben hacerse por parte de las comunidades judías, esta vez no solo Estados Unidos, sino también en otros países, pero donde su liderazgo y el aporte de recursos humanos y materiales pueden ser necesarios. El primero es la colaboración con Israel en los esfuerzos que se hacen para la Hesbora o esclarecimiento, que simplemente no está dando ni ha dado el resultado esperado, por lo que se requiere sumar todos los talentos y voluntades que se pueda, incluyendo la velocidad que demandan hoy las redes sociales. El segundo es hacia el interior de las comunidades, donde es imprescindible incorporar a todos los que lo deseen para confrontar el momento difícil que se vive con la judeofobia, el odio a Israel y también enfatizar el orgullo de sentirse parte de nuestra historia, con especial acento en las nuevas generaciones.

 

Momento que también exige un tercer frente, el de aquellos judíos que no solo no se sienten tales, sino que están tan confundidos que asisten a manifestaciones públicas contra Israel o prestan su nombre a grupos que apoyan exactamente lo contrario, por ejemplo y solo por mencionar dos países, en Chile a los llamados “Judíos por Boric” o “Judíos por Jadue” o equivalentes en otros países, o en el caso de USA quienes han aparecido en manifestaciones del “rio al mar”, vestidos o disfrazados de religiosos, para ser en general exhibidos, con el argumento que no habría ningún antisemitismo, desde el momento que hay judíos participando.

 

Aquí se necesita un esfuerzo para criticarlos, lo que requiere alejarse de una idea que hoy es un lujo innecesario, que los debates internos no deben conocerse en el exterior, cuando, al contrario, todo esfuerzo es bienvenido para defender a las comunidades de las manipulaciones en su contra, partiendo por separar aguas con esos grupos.

 

En algo que ocurrió fuera de USA, yo puedo aportar mi propia experiencia. El 17 de noviembre del 2003 en Washington acudí en contra del Estado de Chile ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, por los actos de discriminación sufridos al ser despedido de la Universidad de Chile. Para mi sorpresa, no obtuve el respaldo del Comité Representativo de Entidades Judías de Chile. Nunca recibí una (buena) explicación, pero supongo que fue para no afectar el discurso oficial que en Chile no había antisemitismo institucional, y hoy, por vez primera en la historia del país, hay un reconocido antisemita gobernando desde La Moneda.

 

No son dos países equivalentes, en nada, pero no quiero que algo semejante le pase a USA, y que en algunos años se encuentre en la Casa Blanca alguien que no respete ni a Israel ni a los judíos, y que, aunque marginalmente, ello se deba a falta de activismo de la comunidad judía o de sus instituciones representativas.

 

Por cierto, lo que es de interés para los judíos no tiene que serlo para otros. Tampoco los argumentos.

 

Sin embargo, al menos hay algo que es común y tiene que ver con la seguridad nacional. Me sorprende enormemente que esta arista no haya surgido del tema que afecta a los judíos y las universidades. Y no se trata del rol milenario de los judíos como el “canario” de la mina, aquel que sirve de advertencia de que lo que le está pasando a ellos, avisa de desgracias que vienen en camino para todos.

 

¿De que hablamos? Un caso a la mano, Europa, donde su elite recibió a quienes venían de las guerras internas o entre países del medio oriente con un multiculturalismo básico y simplista, del cual USA no ha aprendido. En efecto, fue la situación que se creó cuando en diversos países se dieron cuenta que sus juventudes estaban siendo reclutadas por ISIS para ir a Siria e Irak, ya sea como combatientes o novias. Esta radicalización de la segunda o tercera generación con personas nacidas allí y trasladándose con esos documentos, también había afectado al Reino Unido cuando el 7-7-2005 ciudadanos británicos se volaron en autobús y metro con 52 muertos y muchos heridos.

 

Con las manifestaciones de apoyo a Hamas y cantando “del rio al mar” ¿alguien seriamente puede asegurar que ese escenario no se va a dar, o, por el contrario, allí se está incubando un futuro de extremistas estadounidenses? A mayor abundamiento, tampoco hay preocupación mediática para que el Departamento de Estado cumpla con la ley en relación con estudiantes que con su discurso y actos de odio están violando las condiciones de su visa y que probablemente van a permanecer en el país. Más aun, es curioso cómo se repiten algunos grupos y colectivos en las distintas manifestaciones.

 

Sigo conmocionado con lo que ha ocurrido en Estados Unidos. Nunca esperé algo así y como consecuencia, mucho me gustaría ver un rol más proactivo, sobre todo, en la opinión pública y en tribunales de la comunidad judía y de quienes hablan en nombre de ella al más alto nivel, sin lo cual, me temo que pueda venir algo peor. Sin embargo, acepto que pudiera estar teniendo lugar ese nivel de actividad solicitado, solo que, como observador, no lo advierto al nivel que esperaría.

 

@israelzipper

*PhD. en Ciencia Política (Essex) Licenciado en Derecho (Barcelona), Abogado (U de Chile), expresidente de la Asociación Latinoamericana de Estudios sobre Estados Unidos, excandidato presidencial (Chile, 2013)

Publicado por el Interamerican Institute for Democracy

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