La violencia en la sociedad cubana es otro síntoma del desastre que el castrismo ha causado en nuestro país. José Ernesto Muñoz Roselló, “el negro”, de 24 años, fue asesinado en la provincia de Granma y su hermana está desaparecida. Los vecinos de la calle 19ª, entre Mártires y Libertad del reparto El Valle del municipio de Bayamo, acompañan a Ana Rosa, la madre de “el negro” como cariñosamente se conocía al joven. Ella llora por el asesinato de su hijo, por la desaparición de su hija y por la indiferencia de las autoridades. Ernesto no es la única víctima de la violencia, en la madrugada del sábado 12 de octubre, en el reparto de Jabaquito de Bayamo, dos jóvenes se dieron muerte a machetazos como gladiadores en un coliseo. El régimen de La Habana calla estas realidades mientras miente y critica a naciones vecinas.
En Cuba no hay programas ni recursos ni interés en investigar a fondo las razones de la violencia que vivimos, ni de desarrollar programas que alivien y detengan el incremento de esta conducta entre los jóvenes. Es muy probable que el régimen esté consciente de que después de seis décadas predicando la violencia de unos cubanos contra otros, “los que tiene la razón” contra otros que disienten del fanatismo oficial, la agresión se ha convertido en patrón de conducta para resolver las diferencias.
Un gobierno democrático estimula la paz social y la comprensión entre los ciudadanos. Una dictadura alimenta el odio, la violencia y la división para dominar al pueblo y esconder detrás de una máscara la corrupción y los privilegios de los que dominan. La mafia castrista alimenta la guerra fuera de sus fronteras y la estimula en la Isla. La delegación de Cuba Independiente y Democrática (CID) en Bayamo lamenta estas tragedias y denuncia a la dictadura por alimentar un permanente estado de violencia y de odio entre los cubanos.
Por Yoandrys Gutiérrez Vargas y Manuel Rogelio Rey Carvajal, delegado del CID en Bayamo
Artículo de La Nueva República
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