Cuba y la fantasía online

Por |2019-08-06T10:24:55-06:006 agosto, 2019|La Nueva República, Opinión|Sin comentarios

No creo que exista un escenario propicio para el diálogo y el debate constructivo cuando una de las partes no está interesada en escuchar o sólo espera escuchar lo que quiere. El gobierno cubano quiere experimentar con una política de debate público a través de las redes sociales. Una apertura a la libertad de expresión online, donde el ciudadano declare sus inconformidades sin sugerencias maliciosas por parte de alguna coacción, algo así como una fantasía online.

 

Y no parece haber dudas que para que haya entendimiento tiene que haber comunicación, pero para entenderse a través de la comunicación tiene que prevalecer el respeto. Sólo así se pueden alcanzar acuerdos pacíficos y productivos.

 

El mundo actual es dinámico en extremo; la tecnología está viviendo una etapa de desarrollo incontrolado que ha transformado la esencia humana. El desarrollo tecnológico es una forma de apocalipsis. El mundo, tal como creemos que es, ya no existe.

 

Mientras el hombre, tal como fue, sigue siendo el mismo. La forma de solucionar sus problemas sigue dependiendo de los mismos procesos cognitivos. Su afán de poder creó nuevas armas y evolucionó hacia nuevas formas de guerras, pero la forma de matar sigue siendo la misma.

 

Hemos invertido mucha fe en proteger el sentido común, pero en alguna parte del camino perdimos la perspectiva y terminamos destruyendo lo que debía distinguirnos como especie. Nuestras intenciones parecían buenas, hasta que descubrimos la intención de los demás.

 

Las discusiones online seguirán siendo aventuras bélicas, sólo que esta vez el campo de batalla son las redes sociales, donde el objetivo sigue siendo ganar la guerra y no establecer acuerdos sobre propósitos comunes.

 

La lucha de contrarios resulta todavía demasiado atractiva para los que ven el mundo como un espectáculo de confrontaciones en desarrollo, cuando todo se reduce a la exhibición de un movimiento circular de estupideces en movimiento donde el ganador es siempre el que más pierde.

 

Por Ernesto Aquino

Artículo de La Nueva República

 

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