Enero 26, San Juan y Martínez, Pinar del Río, Cuba.
Son irónicas y despreciables las declaraciones del dictador Raúl Castro en la V Cumbre de la CELAC, celebrada en la República Dominicana, al referirse a la unión de todos sobre la base del respeto a las diferencias de cada gobierno en cuanto a modelo político y económico.
Es vergonzoso que el dictador pida que se respeten las diferencias, cuando dentro de Cuba él no ha sido capaz de respetar a los ciudadanos que discrepan sobre su política. En Cuba existen personas que son perseguidas y excluidas de todas las esferas sociales por pensar diferente y luchar pacíficamente por un cambio. Creer en la fuerza de la iniciativa privada como principal vía de desarrollo, es un pecado. Creer en que deben existir diferentes partidos donde las personas puedan identificarse con su política, es un delito.
Exigir que se respeten los derechos humanos y que las organizaciones sean independientes y respondan a los intereses de los asociados, es algo muy grave. Pedir que existan elecciones libres donde el pueblo periódicamente pueda elegir con su voto directo y secreto al presidente de la república, es un acto inmoral. Reunirse pacíficamente y hacer uso de la libertad de expresión para buscar una mejor solución a muchos de los problemas que nos aquejan, son actos perseguidos por las fuerzas represivas de su dictadura. Difundir tus ideas por un medio de prensa independiente es un delito punible que te priva de tu libertad.
Los gobiernos que se eligen democráticamente, que respetan los derechos humanos e implementan políticas para el beneficio de su población, deben de ser respetados y aplaudidos por todos. Las dictaduras como en el caso de Cuba deben de ser repudiadas por todos y los gobernantes que se solidarizan con ellas se hacen cómplices de todos los crímenes y violaciones que cometen.
Por Rolando Pupo Carralero, Coordinador de Occi
dente, miembro del Comité Ejecutivo Nacional y Defensor del Pueblo.
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