El galopante deterioro, la suciedad, la miseria y la mediocridad.

Por |2014-10-03T13:24:00-06:003 octubre, 2014|Varios|Sin comentarios

Es triste andar hoy por las calles de nuestra
ciudad, más aun por esas arterias principales que sufren el descalabro de
tantos años de abandono.  Basta el
encaminarse por las calzadas de Jesús del Monte, Diez de Octubre o del Cerro,
Belascoain y Reina. En todas notaremos que existe un doloroso denominador
común: el galopante deterioro, la suciedad y la institucionalización de la
miseria y la mediocridad.
Asistimos, tal vez sin darnos cuenta por costumbre,
a la muerte funcional y arquitectónica de una urbe y a la total
desnaturalización de sus habitantes. Nos encontramos ante un punto de no
retorno, al borde de un abismo existencial que ya marca generaciones completas
y, porque no decirlo, nos ha vuelto cada vez más indolentes.

Que estas construcciones no formen parte del
patrimonio histórico tangible de la nación no es justificante para tal grado de
abandono y negligencia, al margen de cualquier postura política o filosófica,
esta problemática va a sumarse al largo pliego de tragedias sociales que
margina a nuestro pueblo.
Recordemos que estas edificaciones
constituyen parte del fondo habitacional de la ciudad, que hoy se nos va de las
manos de manera alarmante.  Es evidente
el marcado desinterés de las autoridades gubernamentales por frenar o al menos
disminuir tal grado de deterioro, no se observa la voluntad política por
realizar tarea alguna de la más sencilla conservación, no existe la
infraestructura necesaria que podría canalizar una solución real, un proyecto
 que serviría por demás como una casi inagotable fuente de empleo a un
sector laboral tan sensible como lo es en Cuba la mano de obra de la
construcción.

Ante la impasible postura estatal solo
podemos concluir que siempre será más fácil achacar las incompetencias a otros,
más de lo mismo, amparados siempre en el gastado discurso del embargo y sus
limitaciones, sin embargo no cesan de aparecer nuevas construcciones
utilitarias para el turismo así como nuevas viviendas para el personal
comprometido con la cúpula de poder castrista.
     
Es triste que la otrora Villa de San Cristóbal De La Habana que nos legaron sus fundadores se encuentre hoy tan distante de aquellas magnίficas luces de antaño, que no se atisbe ni siquiera una solución para esta problemática que tanto malestar causa y que da al traste incluso con los mejores ánimos de una sociedad ya cansada de soportar penurias y privaciones por la voluntad aciaga de quien parece incluso disfrutar el vejar aún más a su pueblo.

Por Steve Maikel Pardo

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No hay comentarios

  1. Anónimo 6 octubre, 2014 en 9:10 pm - Responder

    LA HABANA SIN REGRESO…LO QUE FUE JAMAS SERA…TAL VEZ RECONSTRUIR CON CEMENTO, ARENA Y MODERNIDAD, PERO YA AQUELLA HABANA DE ESPIRITU PERSONAL, DEMOCRACIA Y PROSPERIDAD YA SE ACABO, YA LA ASESINARON.
    Manolo Pozo.

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