El viernes 25 de noviembre llegó al final de su existencia el nonagenario dictador Fidel Castro. Su régimen de oprobio, mentiras y opresión se extendió por casi 50 años antes de traspasar el poder a su hermano Raúl en 2006.
El hermano menor pretende mantener el medieval esquema de dominación, saqueo y ausencia de democracia heredado del tirano mayor. Al anunciar la noticia al país, Raúl se apresuró a instar al pueblo a firmar una especie de juramento de adhesión al vacío y demagógico concepto de revolución divulgado por el autócrata en 2001.
Este es un gesto muy típico de los Castro que siempre intentan beneficiarse inescrupulosamente de cualquier situación y también muestra el temor y la preocupación de Raúl y sus acólitos por afianzar su control sobre el pueblo, al que pretenden seguir negando la más mínima cuota de libertad y de respeto a los Derechos Humanos.
Los Castro son una estirpe de tiranos que no consiente en apartar sus sucias garras depredadoras de la hermosa y sufrida patria cubana.
Por Lino Urbanel delegado provincial del CID en Holguín
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