La venta y exportación de servicios médicos, se sitúa entre los negocios más lucrativos del estado cubano, paradójicamente estas ganancias no se revierten en el sistema sanitario.
En el hospital Agostinho Neto en Guantánamo, el doctor Ramiro Dranguet se queja de la falta de jeringuillas, agujas, esparadrapo, yeso, algodón, torundas, sueros, levines, médicos… “me cansaría de enumerar todo lo que falta, y te confieso: aquí, ahora, en Cuba, hay una escasez de médicos que le ronca. Los médicos tenemos que doblar turnos y hacer tercios. Eso se lo debemos a la cantidad de médicos que están cumpliendo misiones en otros países”.
En Cuba los médicos acometen su labor con limitaciones, que repercuten en la calidad de su trabajo. Muchos desempeñan una labor leal en el cumplimiento de sus funciones de médico, para ganarse una misión internacionalista, que es un una especie de premio a la “lealtad revolucionaria”.
El régimen presta colaboración médica en más de 50 países, bajo contratos con los estados que solicitan su cooperación. Desde 1966 en Argelia, donde Cuba participó por primera vez con un contingente médico, hasta la actualidad, las misiones internacionalistas han consolidado y fortalecido la imagen de “un país pobre que brinda su corazón para salvar al mundo”.
Detrás de ese eslogan permanece oculta la explotación laboral y las violaciones a los derechos fundamentales. Esta situación se ha denunciado con fuerza en múltiples foros internacionales, catalogándolo de trabajo semi esclavo”.
El doctor Narciso, residente en Palma Soriano, posee el record de más misiones internacionalistas cumplidas: diez en total. Su apartamento está amueblado con la pacotilla traída de las misiones y Narciso cuenta que se alista para la próxima misión, “la undécima, en el hermano pueblo azteca”. Así llama Narciso a México.
“Un médico solo tiene que cumplir con el deber, nada más. No salirte del carril. No meterte en problemas, no ponerte a inventar. Como dice el dicho: calladito te ves más bonito. Y verás cómo cada dos años te cae una misión y estás volando en el tubo. Ya le dije a mi otro hijo que también se hiciera médico, para que viajara. Mi hijo mayor está en Andorra, en su primera misión, ha seguido mis pasos, dice que está encantado. Que se va a casar por allá, pero que para Cuba no vuelve”.
Como Narciso y su prole, otros médicos se han habituado a resolver sus necesidades personales y la de sus familias con las misiones, mientras se desempeñan en Cuba sufren un calvario, sin lo mínimo para atender a un paciente.
“La misión es un respiro en este infiernillo”, dice Narciso bajando la voz.
Irene Drullet, de Santiago de Cuba, es master en tres especialidades médicas, dice que “por estar bloqueada Cuba por el imperialismo yanqui, muchos pacientes no pueden acceder a los tratamientos”. Drullet es militante del partido y miembro del comité municipal en Santiago, cuando va a una misión va como cuadro dirigente, para controlar y supervisar.
“Es cierto que tenemos falta de personal en los hospitales y en los policlínicos, también en los consultorios médicos, pero es un mal que debemos afrontar, porque es por el bien del país”, la filosofía de la cuadro dirigente doctora Drullet, tal vez explique la aceptación del yugo a que son sometidos los médicos y el divorcio de la casta dirigente con la realidad. “La captación de divisas es hoy de un orden vital para la supervivencia de la revolución, y para poder echar para alante el país”.
Yunia Figueredo, delegada del CID en Jaimanitas
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