El autor de este artículo es Ernesto Aquino Montes, es un nuevo colaborador del semanario La Nueva República, publicado por el CID en Cuba. Aquino se dirigía el 24 de mayo a un taller que se efectuaría en Ecuador sobre las conversaciones de la dictadura con EEUU. Ya estando en el aeropuerto de Ecuador lo viraron para atrás y la Seguridad del Estado cubano le tiene retenido el pasaporte en el aeropuerto José Martí sin explicación alguna.
La Habana. Con el acostumbrado lenguaje rimbombante y aparatoso de la propaganda comunista, el residente Raúl Castro calificó la visita del mandatario francés como “histórica”, mientras su homólogo francés se limitó a agradecer al General-Presidente “por esta visita tan útil”.
Para el pueblo cubano, es irrelevante la visita de éste o cualquier otro mandatario político o religioso. Luego del Pas de deux (par de dos), protagonizado por Barack Obama y Raúl Castro durante la última Cumbre de las Américas, realizada en Panamá, el resto de los políticos y religiosos que visiten Cuba (independientemente de su jerarquía) han quedado reducidos al papel de figuras corales.
Sin embargo, algo sí resultó interesante en la visita del presidente galo. Entre las palabras de despedida, François Hollande dijo al presidente cubano: “Ustedes podrán hacer lo que quieran con su país”.
Parece que al presidente francés no le quedaron dudas sobre la capacidad represiva del régimen castrista para disponer a su antojo de los destinos de la nación cubana; no obstante, a la expresión de Hollande pueden señalársele dos grandes errores: uno en la utilización del tiempo verbal, porque lo cierto es que resulta incorrecto decir “ustedes podrán hacer lo que quieran con su país”, cuando debió decir: “ustedes hacen lo que quieren con su país”.
El otro –el más importante-, fue un error de consideración. En su expresión, el político francés le atribuye al gobierno cubano el derecho de posesión legítima sobre el territorio cubano cuando considera que Cuba es “su país”; es decir, es propiedad de quienes lo gobiernan, cuando lo cierto es que nadie puede considerarse dueño de la propiedad ajena.
Cuba, a pesar de los 56 años de tiranía, es la tierra de todos los cubanos; de los que vivimos aquí y de los más de 3 millones que están dispersos por el mundo. Y más allá de la abstracción de los conceptos, Cuba es la patria de todos los cubanos, y su categoría de Nación solo es posible por la participación de todos los que formamos parte de ella.
Y no importa cuánta responsabilidad haya tenido y tenga el pueblo cubano en la prolongación en el poder de la tiranía comunista, con todas sus consecuencias nefastas, porque desde el 1ro. de enero de 1959 muchos hombres y mujeres dignos levantaron sus voces y arriesgaron sus vidas por la causa de la libertad y la defensa de los derechos humanos. Han sido miles los perseguidos, encarcelados, torturados y fusilados que lo sacrificaron todo, por defender su derecho ciudadano a tomar parte en las decisiones de su país; y todavía la lucha continúa. Y cada día son más los cubanos que levantan su voz para decirle al régimen totalitario: “¡Este país también es mío! ¡Yo también tengo derecho a decir lo que pienso, y nadie me lo puede quitar!”.
Qué más da los acuerdos inconsultos que se regalen los poderes antagónicos en emergentes contubernios y a espaldas de la voluntad del pueblo; los letargos no son eternos, ni los miedos tan grandes como parecen.
Contra todos los pronósticos escépticos; contra la falta de fe de los que nada esperan de la vida, se levanta la esperanza de los que confiamos en el poder de la libertad. Contra el odio y la fuerza de las bayonetas, los fusiles y los cañones siempre se agitarán brazos y corazones que, como alas poderosas, levantarán la nación de sus despojos y hará que todos los ciudadanos formen parte de ese vuelo sublime donde todos seremos dueños de nuestro destino.
Por Ernesto Aquino Montes
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