Vilma Cruz Ge, de Palma Soriano, provincia Santiago de Cuba, padecía de cataratas y estuvo seis años semi ciega esperando por una operación de la vista. Cada día se deterioraba más su visión, pero la cola para operarse estaba detenida por la falta de insumos y material quirúrgico, y no se estaba realizando operaciones oftalmológicas.
Vilma estaba desesperada. Su fe cristiana le hizo levantar los brazos al cielo y orar con vehemencia a Dios, para que se hiciera el milagro. Y el milagro se hizo, gracias a sus familiares residentes en los Estados Unidos que se unieron y le enviaron el kit quirúrgico. Cuando Vilma volvió a ver, dio gracias a Dios por su nueva vida.
Como el caso de Vilma existen muchos casos en Cuba que no pueden atenderse por las carencias de material quirúrgico, medicamentos o instrumental clínico. El sistema de salud que antes anunciaban como faro y guía del mundo, se fue deteniendo en el tiempo y el retroceso se ha vuelto palpable.
En los hospitales y policlínicos de todo el país pululan los casos de enfermos que no pueden ser atendidos por la falta de medicamento, de accesorios y de reactivos. El panorama que se vive es dantesco, sobre todo en los casos de niños que esperan por la gracia de Dios, por una visa humanitaria, o por una donación del extranjero que permita su curación.
Tania María Marine Pla, residente en calle Infanzón 426 entre Rosa Enrique y Pruna, Luyano, La Habana, tiene a su hijo de 7 años Olek Omar Gutiérrez Marine, con una luxación de cadera que no le permite caminar. El equipo médico que lo atendió le dijo que ella debía buscar los insumos para la operación, porque en hospital no los tenía.
Luego que los padres de Olek pudieron comprar en la bolsa negra el kitsch de operación, a un precio de espanto, los médicos le dijeron que debían esperar, porque la cola era larga y además faltaban otros accesorios del salón quirúrgico.
El pequeño Olek no puede caminar y sufre un dolor intenso por la luxación. En las redes sociales su madre Tania Maria Marine Pla implora por una visa humanitaria, o por algún donante que se compadezca de la enfermedad de su hijo.
Otro caso que necesita con urgencia los elementos médicos necesarios para salvar una vida es Ezequiel Álvarez Gonzales, que tiene a su pequeña hija Erika de la Caridad Álvarez Sarduy hospitalizada en el pediátrico de Juan Manuel Márquez, de Marianao, con un tumor cerebral y un quiste que acompaña al tumor, pero en ese hospital infantil no han podido tratar a la paciente, por no contar con instrumental y los medicamentos para la recuperación.
“Igual que mi niña en este hospital pediátrico hay muchos otros niños, esperando que traigan los insumos de otro país para curarse, pero nunca llegan. ¿Por qué esperar a que un niño que se encuentra enfermo entre en estado vegetativo, o su estado pase a grave y su vida penda de un hilo, cuando si lo operan a tiempo se puede evitar toda esa tragedia?”, pregunta Ezequiel.
“Para la operación de mi hija los médicos me dijeron que necesitaban esparadrapo, yodo, peróxido al 3,5 o 7 %, guantes, bisturí, apósitos, vendajes, torundas, alcohol etc., además del set de antibióticos y jeringuillas”. Pero, ¿de dónde saco todo eso?”, pregunta Ezequiel.
Muchos hospitales cubanos atienden a sus pacientes con lo que aportan los familiares, o con las donaciones entregadas por gobiernos amigos de Cuba, o de organizaciones extranjeras. Al centro asistencial Antonio Luaces de Ciego de Ávila, los médicos enviados a Yibuti, unos de los países más pobres de África, trajeron una donación de jeringuillas, gasa estéril, esparadrapo, sueros y sondas vesicales.
El periódico Invasor, de esa provincia, reconoció la alarmante situación que reinaba en el hospital Luaces, por la falta de insumos médicos de todo tipo. Los 280 kilogramos de insumos médicos traídos por los sanitarios de Yibuti, aliviaron las carencias del hospital de Ciego de Ávila, por unos días.
En 2023 varios centros médicos de Santiago de Cuba recibieron un total de 96 donaciones de varios países y organizaciones internacionales. Esos envíos de instrumental y accesorios han permitido atender a pacientes que sin ello lo hubieran pasado mucho peor.
El pasado año el estado cubano se ahorró tres millones de dólares de una donación de España de insumos para tratamientos oncológicos. También llegaron a Cuba ambulancias italianas, incubadoras japonesas y suizas, camas y colchones estadounidenses, refrigeradores, vacunas, equipos de rayos X, de la UNICEF y de Naciones Unidas, siendo el 2023 el año que más ayuda ha recibido el sector de la salud de “manos amigas”, como llama el régimen a las dádivas de material sanitario entregadas por otros países.
Un cargamento de 27 cajas por un valor de 22 000 euros llego el pasado diciembre al hospital Camilo Cienfuegos de Santi Espíritus, gracias a la organización valenciana Esperanza sin Fronteras, que dijo haber costeado la donación con contribuciones privadas.
Esta Organización no Gubernamental, ONG, se comprometió además de pagar los insumos necesarios para abastecer dos hospitales y dos policlínicos de Santi Espíritus. El sitio oficial de la ONG insistió en “la importancia de estas ayudas a un país que sufre las gravísimas consecuencias de la inestabilidad que vive desde hace años y que están llevando al pueblo cubano a una decadencia de sus necesidades básicas”.
La antigua potencia médica que promulgaba la revolución, ha devenido en una catástrofe insondable, debido a la pésima administración del partido comunista en el sector de la salud y en todos los sectores de la sociedad cubana. Los enfermos han quedado a merced de las donaciones de otros países y de organizaciones extranjeras, o del esfuerzo personal de los familiares que quieren salvar la vida de sus seres queridos.
Por Yunia Figueredo, delegada del CID en Jaimanitas
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