ELLIOTT ABRAMS CONTRA EL AUMENTO DE IMPORTACIONES DE PETRÓLEO DE VENEZUELA

Elliott Abrams

 

El debate sobre la posibilidad de incrementar las importaciones de petróleo desde Venezuela bajo el régimen represivo de Nicolás Maduro ha generado una considerable polémica, tal como lo expone Elliott Abrams en su artículo «Falling for Maduro’s Lobbyists» publicado en el Council on Foreign Relations. Abrams subraya las carencias morales, políticas y prácticas de una política que prioriza las ganancias económicas por encima de los valores democráticos.

 

En contraste, los argumentos presentados en el artículo de Kejal Vyas y Patricia Garip titulado «More Oil for Fewer Migrants: Trump Is Urged to Make Deal with Venezuela», publicado este 28 de noviembre en el Wall Street Journal, propone un enfoque pragmático para reducir los precios de la energía y la migración. Sin embargo, los argumentos de Abrams ofrecen una base más sólida para la política de Estados Unidos, destacando los riesgos a largo plazo y la ineficacia de colaborar con regímenes autoritarios.

 

Migración: causas de fondo vs. soluciones simplistas

 

Abrams desmantela la narrativa de que flexibilizar las sanciones a Venezuela reduciría la migración, atribuyendo el éxodo de más de siete millones de venezolanos a la mala gestión económica y la represión sistemática de Maduro, y no a las sanciones estadounidenses. Señala que la migración aumentó considerablemente antes de las sanciones impuestas en 2019, desafiando la idea de que estas son responsables de la crisis humanitaria en Venezuela.

 

Por otro lado, Vyas y Garip sugieren que importar petróleo venezolano podría aliviar los desafíos migratorios de EE. UU. al estabilizar la economía venezolana. Sin embargo, este enfoque ignora la realidad de que mientras Maduro permanezca en el poder, la migración continuará. Abrams señala acertadamente que cualquier estabilidad percibida sería efímera, ya que el alivio económico para el régimen consolidaría aún más su control autoritario, exacerbando las condiciones que obligan a los venezolanos a huir. En consecuencia, abordar la migración requiere enfrentar las causas de raíz y no simplemente mitigar los síntomas.

 

Pragmatismo económico vs. integridad estratégica

 

Los defensores de flexibilizar las sanciones argumentan que las importaciones de petróleo venezolano reducirían los costos energéticos y la dependencia de EE. UU. de adversarios como China y Rusia. Aunque esto parece pragmático, Abrams resalta la poca viabilidad de esperar incrementos significativos en la producción petrolera venezolana a corto plazo. Con una producción actual de aproximadamente 950,000 barriles diarios, esta representa una fracción de la demanda global. Cualquier crecimiento significativo requeriría inversiones sustanciales y prolongadas, debilitando los beneficios económicos inmediatos.

 

Además, Abrams critica los esfuerzos de cabildeo de las compañías petroleras y los tenedores de bonos, exponiendo sus motivaciones centradas en el lucro, disfrazadas de interés nacional. Esta crítica es especialmente relevante cuando se contrasta con la descripción en el artículo del Wall Street Journal de inversionistas estadounidenses siendo agasajados con “whiskey y carne” en Caracas. Mientras que Vyas y Garip enmarcan estas interacciones como oportunidades, Abrams las percibe como concesiones a un régimen ilegítimo, socavando la credibilidad y la postura moral de EE. UU.

 

La democracia y los derechos humanos como pilares de la política estadounidense

 

Abrams subraya la imperiosa necesidad moral de apoyar los valores democráticos y los derechos humanos en Venezuela. Colaborar con Maduro pone en riesgo legitimar a un líder ampliamente condenado por fraudes electorales y abusos contra los derechos humanos. Si bien el artículo del Wall Street Journal reconoce el autoritarismo de Maduro, minimiza sus implicaciones al sugerir un cambio hacia un enfoque más pragmático.

 

Abrams refuta esta visión enfatizando las consecuencias a largo plazo de abandonar los principios democráticos. Acomodarse a regímenes autoritarios no solo traiciona a quienes luchan por la democracia en Venezuela, sino que también sienta un precedente peligroso, indicando que EE. UU. prioriza ganancias económicas a corto plazo por encima de su compromiso con la libertad y la justicia.

 

Los riesgos estratégicos de la colaboración

 

Vyas y Garip argumentan que reanudar relaciones con Venezuela podría frenar la influencia de adversarios como China y Rusia, quienes han aprovechado las sanciones para fortalecer sus lazos con Maduro. Aunque esta preocupación es válida, Abrams sostiene que conceder alivio económico a Maduro solo fortalecería las alianzas del régimen con estos adversarios. La dependencia de Venezuela de patrocinadores extranjeros como China no disminuirá simplemente por la entrada de EE. UU. en la ecuación. Por el contrario, Venezuela podría utilizar los ingresos adicionales del petróleo para reforzar su aparato autoritario y profundizar sus relaciones con actores maliciosos.

 

Conclusión: mantenerse firme frente al autoritarismo

 

Los argumentos de Elliott Abrams presentan un caso convincente contra la flexibilización de sanciones para aumentar las importaciones de petróleo venezolano. Mientras que los defensores de esta política esgrimen beneficios pragmáticos, Abrams demuestra que esta política generaría escasos beneficios económicos a la vez que socavaría los intereses estratégicos y la autoridad moral de EE. UU. En contraste, mantener la presión sobre el régimen de Maduro se alinea con los valores estadounidenses y la estabilidad regional a largo plazo.

 

Frente a la tentación económica, Estados Unidos debe mantenerse firme en su compromiso con los principios democráticos, rechazando la falsa promesa de “más petróleo por menos migrantes” y reafirmando su papel como defensor global de la libertad y los derechos humanos.

 

Por Infocid

 

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