El régimen cubano continúa arremetiendo, con su acostumbrada paranoia enfurecida, contra la “Ley de Ajuste Cubano” y la política de “Pies Secos, Pies Mojados”.
Desentendido de su responsabilidad absoluta por la desenfrenada emigración de sus ciudadanos, insiste obsesivamente en culpar al gobierno norteamericano por el deseo, cada vez más creciente, de los cubanos de abandonar la isla.
Las facilidades que tienen los cubanos que llegan a Estados Unidos, ni son tan grandes ni son tan fáciles. La realidad es que tienen que trabajar duro y hacer grandes sacrificios para alcanzar el beneficio de una vida decorosa.
Y aunque hay que reconocer que las leyes migratorias estadounidenses son más flexibles para legalizar el estatus migratorio de los cubanos, a diferencia de otros latinos, no podemos olvidar el aporte considerable de la comunidad cubana al desarrollo político, social y cultural de los Estados Unidos.
Cubanos y norteamericanos han tejido una alianza cultural y patriótica que compromete la historia de ambas naciones, y ni en los momentos más favorables de sus relaciones con Cuba, en el pasado republicano, Estados Unidos absorbió la Isla ni siquiera como un Estado Libre Asociado.
La persistencia del régimen cubano para que la política norteamericana derogue las leyes migratorias que favorecen a los cubanos que abandonan el país, en busca de libertad y oportunidades, es tan peligrosa y arriesgada como absurda.
La “Ley de Ajuste Cubano” y la política de “Pies Secos, Pies Mojados”, así como la existencia de una Oficina de Refugiados, han servido al régimen de la Isla para descompresionar el descontento popular, siempre a punto de estallar, y deshacerse de la oposición incómoda.
La crisis existencial y el descalabro económico, provocado por la ineficiencia y la intolerancia del régimen, han sumido a la población cubana en una depresión ansiosa que sólo la alternativa de poder escapar de la isla ha evitado que desemboque en un estallido social violento y desafortunado que daría al traste con casi 60 años de tiranía.
Parece poco probable que la tiranía cubana esté interesada realmente en retener dentro del territorio nacional a miles y miles de ciudadanos desalentados; con la esperanza de una vida mejor, derribada por la imposibilidad de escapar de su encierro miserable; a menos que los verdugos estén dispuestos a arriesgarse a la locura de una masacre apocalíptica.
Por Ernesto Aquino Montes
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