La creciente oleada de indigentes de todas las edades y sexo, entre ellos un número significativo de niños, ancianos, discapacitados y enfermos, es una de las consecuencias más visibles de la aguda crisis económica en la que el gobierno de la Isla ha hundido al país por su resistencia a un cambio de rumbo del sistema político y económico imperante. Hasta los más optimistas defensores del régimen reconocen el fracaso del sistema.
En contraste, es cada vez más evidente la diferencia entre la mayoría de una población paupérrima y desesperada y una elite privilegiada que junto a sectores económicos favorecidos por la dictadura viven en un mundo de abundancia e impunidad.
La mayoría de los cubanos que trabajan ganan mucho menos del equivalente a un dólar diario y con este ingreso tratan de sobrevivir en medio de todo tipo de limitaciones. Mientras tanto según los análisis del Banco Mundial para el 2016 en el mundo se consideran pobres todas aquellas personas que ganan menos de $1.90 al día.
La propaganda oficial de que los cubanos tenemos educación y medicina gratis puede confundir a quienes no viven en la Isla pero no a los que estamos aquí. En primer lugar el nivel educativo en Cuba va de mal en peor porque quien llega a cierto nivel de preparación hace todo lo posible por salir del país y en segundo lugar porque el régimen no tienen los recursos para dedicarlos a la superación de la gente y tampoco le interesa que el cubano se supere y piense por sí mismo. En segundo lugar la medicina cubana ha sufrido por la ausencia de especialistas que se encuentran en el extranjero, por una infraestructura hospitalaria cada vez más obsoleta y por falta de medicamentos. Sin dejar de mencionar el desinterés cada vez más crecientes de los médicos por su profesión y por sus pacientes.
En conclusión, crece la mendicidad por el colapso del sistema, por el desinterés de la clase dominante y porque temiendo la perdida de sus privilegios y tener que enfrentarse a una rendiciones de cuentas quienes controlan el país están paralizados. El miedo y la ceguera los domina.
Por estas razones en las calles de Cuba cada vez hay más rostros apagados y manos que se extienden pidiendo limosnas.
Por Joel Fonte Angulo delgado municipal de Cuba Independiente y Democratica, (el CID) en Cienfuegos.
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