Lo que se ha llamado el VIII del Partido Comunista de Cuba ha sido realmente un teatro montado por la mafia militar que monopoliza el poder en nuestro país. Este grupo dirigido por Raúl Castro lo único que tiene de comunista es que para ellos también “el fin justifica los medios”.
Dominan la economía del país al estilo del capitalismo salvaje, imponen salarios de hambre a los trabajadores, fijan el precio de lo que consumen o necesitan, explotan a los exiliados y a sus familiares imponiendo los términos de las remesas que estos reciben en Cuba, liquidan la competencia a las buenas o a las malas y se asocian con la empresas extranjeras que se benefician de las prácticas laborales abusivas del régimen, un contubernio que absolutamente nadie puede fiscalizar, como es el caso de la industria hotelera española que en complicidad con esa mafia militar explotan el turismo en Cuba.
Con la celebración del esta distracción llamado congreso tratan de dar un sentido de representatividad ideológica y política a la minoría de la población que forma parte del Partido Comunista, minoría que ya no ignora que el PCC siempre ha sido bajo los Castro un instrumento subordinado encargado de justificar los abusos, los crímenes, los desmanes, los errores y la corrupción de la mafia militar que no excluye el narcotráfico como sus congéneres narcoterroristas que controlan a Venezuela.
También el teatro les sirve a los periodistas, analistas y “expertos sobre Cuba” en el extranjero que pueden elaborar sobre los duros y lo suaves en el PCC, los que se apegan a la ortodoxia ideológica y los que quieren cambios. Un debate imaginario sobre un país donde se hace lo que el capo máximo ordena.
Antes de este congreso farsa, Roberto Álvarez Quiñones, periodista y economista, trabajó en el Granma de 1968 a 1995, describió en un artículo la realidad detrás del evento. Reproducimos algunas de sus consideraciones:
Cuba: CASTRISMO SIN LOS CASTROS
“Lógicamente, luego del 19 de abril el nuevo primer secretario del Partido Comunista de Cuba (Miguel Díaz-Canel) será considerado oficialmente como el nuevo dictador y «número uno». Pero esto será falso. Tendrá que consultarlo todo, todo el tiempo, con Castro II y sus mafiosos, que son sus jefes.
De jure (legalmente) la Constitución establece que el PCC «es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado», en la realidad práctica (de facto) la máxima instancia de poder en Cuba no es el Buró Político del PCC ni su primer secretario, sino un grupo de militares que conforman una mafia que no da la cara al pueblo, actúa tras bambalinas y no rinde cuentas a nadie. La mafia militar está por encima del PCC.
Esa cofradía ilegal e inconstitucional está por encima del Estado, el Gobierno, el Parlamento y el mismísimo PCC. La integran generales, coroneles y comandantes históricos encabezados por Castro II, quien no importa si no tiene cargo oficial o partidista, seguirá siendo el tirano mientras viva. Así se lo ordenó el fundador de la dinastía familiar, su hermano Fidel.
En Cuba no hay tres poderes públicos como en el mundo normal, sino uno superior y seis su-bordinados. El superior es el de la mafia militar, por encima de bien y el mal, y que en la práctica es un Estado paralelo clandestino que somete a todos los poderes públicos restantes.
Por otra parte, no importa lo que diga la Constitución, en Cuba la condición de dictador no la confiere la jefatura del Estado ni la del PCC, sino ser el jefe militar de la nación. Por tanto, Raúl Castro seguirá siendo el jefe de jefes hasta que muera”.
Fuentes: DDC , La Nueva República
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