Estamos del luto por las víctimas del accidente aéreo y recordando el crimen del remolcador “13 de Marzo” hundido por órdenes de Fidel Castro: ¿Y ustedes qué?

Por |2018-05-24T05:34:12-06:0024 mayo, 2018|Internacional, Turismo|Sin comentarios

Ante el trágico accidente aéreo en Cuba este pasado viernes 18 de mayo en el que perdieron la vida 111 personas y dos se encuentran hospitalizadas, la dictadura castrista se ha defendido diciendo que el avión que le alquilaron a la empresa mexicana Global Aire tenía los papeles en regla y que el gobierno de Cuba no tenía que darle mantenimiento y que no había que politizar la tragedia. Al mismo tiempo no perdieron la oportunidad para atacar al “bloqueo” yanqui por no poder acceder a contratar o comprar aviones modernos.  En otras palabras, ellos, que acusan a otros de politizar la tragedia son los primeros en hacerlo. La realidad es que es ineludible la responsabilidad de cualquier gobierno que contrate un avión, un ferrocarril, un equipo que se va usar para dar servicio a la población. A  los que tratan de justificar a la dictadura y usan el argumento del sufrimiento de los familiares para acusarnos de insensibles etc., les decimos: estamos del luto por las víctimas del accidente aéreo y recordando crimen del remolcador “13 de Marzo” hundido por órdenes de Fidel Castro: ¿Y ustedes qué?

En una democracia la escogencia de un gobierno se hace por medio de una licitación pública donde los oferentes tienen que demostrar su capacidad y cualquiera de ellos tiene el derecho de señalar las fallas de la competencia. En Cuba no, es un dedo desconocido el que escoge  a cual empresa se va a contratar, práctica que conduce a la corrupción y a la ineficiencia o como en este caso al desastre.

Como unos cuantos de los defensores del castrismo han salido por Internet a acusar de inhumanos y otros tantos epítetos, algunos bien insolentes, a quienes exigimos una investigación y acusamos a la dictadura de la responsabilidad de haber escogido una compañía con tres aviones que había sido expulsada de volar de por lo menos dos países, Chile y Guyana, nos pareció el momento adecuado para hablar de otra tragedia que debió enlutar a todo el pueblo cubano y cubrir de vergüenza lo poco que puede tener su dictadura, si es que alguna vez ha tenido un gramo.

Nos referimos al asesinato de 41 personas, entre ellos 10 menores de edad, que cuando trataban de huir de Cuba en un remolcador otras dos embarcaciones lo embistieron hasta hundirlo. Eso en Cuba no se podía hacer sin la orden directa y estricta de Fidel Castro, que después quiso justificar el crimen diciendo que: “El comportamiento de los obreros fue ejemplar, no se puede decir que no, porque trataron que no les robaran su barco. ¿Qué le vamos a decir ahora, dejen que les roben los barcos, sus medios de trabajo? Los guardafronteras no tuvieron nada que ver, llegaron allí unos minutos después que se produce el accidente”.

La investigación de los hechos de parte de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA fue clara en su conclusión: “El Estado de Cuba es responsable de la violación del derecho a la vida –artículo I de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre– de las 41 personas que naufragaron y perecieron como consecuencia del hundimiento».

Reproducimos aquí un artículo publicado sobre este caso.

El Estado cubano: responsable del crimen del remolcador ‘13 de Marzo’

El Nuevo Herald el 12 de julio de 2017

Era el 13 de Julio de 1994. Ese día, hace 23 años, el gobierno cubano dio la orden de hundir el remolcador 13 de Marzo, causando la muerte de 41 de sus ocupantes, entre ellos diez niños, cuando intentaban escapar de la isla.

Por los testimonios de algunos de los sobrevivientes nos ha sido posible recrear aquel monstruoso crimen. Todo comenzó así: durante la madrugada fueron llegando en pequeños grupos al muelle donde estaba atracado el barco en el que escaparían de Cuba. Algunos se acomodaron en los camarotes y el cuarto de máquinas; otros lo hicieron en la cubierta bajo un toldo que servía de techo. Cuando estuvieron todos, Fidencio Ramel Prieto, que era el líder del grupo, arrancó el motor. En el puente de mando, Raúl Muñoz, que era el patrón del remolcador, escuchó el sonido del arranque y condujo la nave lentamente por el canal de salida de la bahía.

Cuando enfilaba hacia el mar abierto se percató que dos remolcadores modelo Polargo, habilitados para apagar fuegos, lo seguían de cerca. Justo al llegar frente al Castillo del Morro los dos Polargo comienzan a disparar sus cañones de agua. Algunas mujeres que estaban en la cubierta alzaron a sus hijos en brazos pidiendo clemencia, pero la presión de los chorros de agua las lanzó al mar junto con los niños. Mientras tanto, un tercer remolcador que se ha unido a la persecución, embiste al 13 de Marzo por la popa y rompe su casco. Raúl, el patrón, pone la máquina a full y trata de escapar, pero el motor no le responde. El barco empieza a hacer agua y los que estaban en el cuarto de máquinas son los primeros que mueren; los demás se tiran al mar. El remolcador 13 de marzo se para de proa completo, se vira con la quilla para arriba y empieza a hundirse.

Momentos antes, en medio de la oscuridad de la noche, un niño ve acercarse a toda velocidad tres barcos que enseguida comienzan a embestir la embarcación en la que viaja junto a su madre y otros familiares para escapar de Cuba. Entonces, cuando comienzan a lanzarles chorros de agua tratando de hundirlos, el niño grita: «Nos rendimos, nos rendimos». Quizás fueron sus últimas palabras. Momentos después se hundía para siempre en la negra profundidad de las aguas mientras su madre, desesperada, gritaba: «!Cójanme al niño, auxilio que se me ahoga!».

Su nombre era Juan Mario Gutiérrez García, le llamaban cariñosamente Joanmi y tenía diez años de edad. De los 17 miembros de su familia que intentaron salir de Cuba aquella fatídica noche, solo tres sobrevivieron: su madre y dos primos.

Casi un año después, el 7 de marzo de 1995, la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, por denuncias recibidas de parte de los sobrevivientes, abrió una investigación y solicitó al gobierno de Cuba la información pertinente sobre los hechos. En nota de 23 de marzo de ese mismo año, la Sección de Intereses del gobierno de Cuba remitió a la Comisión una copia de la intervención de Fidel Castro, de fecha 5 de agosto de 1994, ante los medios de comunicación cubanos tratando de justificar el hundimiento: “Fueron ellos, los trabajadores de los remolcadores, los que tan pronto se dieron cuenta de que se había producido el secuestro se movilizaron a toda velocidad para impedir que se lo llevaran. El comportamiento de los obreros fue ejemplar, no se puede decir que no, porque trataron que no les robaran su barco. ¿Qué le vamos a decir ahora, dejen que les roben los barcos, sus medios de trabajo? Los guardafronteras no tuvieron nada que ver, llegaron allí unos minutos después que se produce el accidente”.

Pero la Comisión no se dejó engañar por Fidel Castro y en sus conclusiones estableció lo siguiente: “El Estado de Cuba es responsable de la violación del derecho a la vida –artículo I de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre– de las 41 personas que naufragaron y perecieron como consecuencia del hundimiento».

La dictadura cubana ha cometido muchos crímenes, pero ninguno como el hundimiento del remolcador 13 de marzo. A veces nos olvidamos de todo el daño que esa despreciable dictadura nos ha hecho. Por eso, cada vez que el tiempo transcurrido comience a ablandarnos el corazón, debemos recordar los gritos de Joanmi: “Nos rendimos, nos rendimos”.

Por Manuel C. Díaz, escritor cubano radicado en Miami.

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