Una amiga dominicana me preguntó el porqué del pertinente e implacable odio a la dictadura castrista por parte del Exilio Histórico Cubano, en contraste con la nueva generación de cubanos exiliados, quienes tienen una gran tolerancia y pasividad ante los embates de sus verdugos.
Le explicaba que nuestra generación, (la de los 60.70), sufrió los más duros embates del odio castrista desatado contra todos aquellos que se opusieran a su régimen o que simplemente se atrevieran a pensar diferente a ellos. Fuimos las primeras víctimas de la traición castrista, los que perdimos nuestra juventud tras las rejas, los que vimos morir a nuestros compañeros de lucha en las montañas y en el paredón de fusilamiento.
Los que siendo más afortunados pudieron salir de la isla cárcel dejando atrás hijos, esposas, padres, amigos, toda su vida. Fuimos de los que no pudimos enviar una medicina a un familiar moribundo o verle ante de morir, de los que no tuvimos el gozo de crecer y desarrollarnos en esa tierra que siempre será nuestra, aunque la esté pisando el enemigo.
A nosotros, el verdadero exilio histórico, nos queda el consuelo de haber luchado contra un régimen oprobioso, injusto, ladrón y asesino y aunque no logramos derrocarlo por lo menos no nos quedamos cruzados de brazos. A los nuevos exilados, tomando las palabras de una amiga, no les queda ese consuelo porque nacieron y vivieron encerrados, con una sola vertiente, un solo poder absoluto, una sola escuela de pensamiento, por eso nunca pelearon, ni siquiera vieron como abusador al que era su enemigo, sino que se entregaron, creyeron las promesas proclamadas, aceptaron obedientes porque no les quedaba de otra. No tuvieron la visión de saber que todo era un engaño a expensas de ellos mismos. No tenían cómo saberlo, no tuvieron punto de comparación, nacieron en eso. Sin historia y sin pasado.
Cuando no se puede escoger libremente porque te persiguen, te golpean, te encierran, te maltratan, te demuelen tus sueños de futuro en la tierra de tus antepasados, en la tierra de tu sangre, por tus ideas contrarias, luchas, combates y te deshaces para quedarte, hasta que te lo hacen imposible. Otros se quedan y poco a poco se convierten en mayoría silente hasta que logran escapar. Todos hemos sido víctimas, cada uno en su época.
Por Angel N. Bueno, delegado del CID en República Dominicana.
Foto de los fundadores de la delegación del CID en ese país en 1997. De izquierda a derecha: Inosencio Merán, Carlos Merán, Antonio Mayor Campos, Manuel Piña, Manolito Rodríguez, José Contreras, Ricardo Torres. Agachados: Ernesto Montes de Oca, Angel Nicasio Bueno y Juan Antonio Saro.
A los nuevos exiliados no se les quito absolutamente nada material. Muchos de los nuevos exiliados incluso vivian en parte de las casas que le arrebataron a las personas que pertenecen al historico exilio cubano. Incluso tambien hubo gente de los nuevos exiliados que fueron a estudiar a otros lugares del mundo comunista y hoy aplican los creditos de estudios en este pais y trabajan con esos creditos o lo que llamamos rivalidar los titulos. Ex: Un ingeniero que se graduo de aviacion en Rusia, tiene el conocimiento para trabajar en Estados Unidos en aviacion perfectamente. Y asi hay mucha gente que tambien se beneficio en estos aspectos sin que les costara un centavo, Ni tenian que pagar el dormitorio y la comida en Rusia o en cualquier otro lado. Entonces quedo un sentimiento por ese pasado aunque fuera una vida comprada porque en realidad estos nuevos no sufrieron perdidas materiales o morales porque no tenian absolutamente nada, nacieron en la nada. Entonces cada vez que sale el tema de la educacion gratuita en Cuba estos defienden el punto porque ciertamente ellos no pagaron nada ni tampoco les importaba si todo este «favoritismo» era una preparacion conveniente para el gobierno.