La falta de higiene, sangre en los pasillos, vomito, basura y desperdicios de comida rodean a los pacientes de la sala de hemodiálisis en el Hospital Provincial Abel Santamaría en Pinar del Río. Según la dirección del hospital esto se debe a que el personal de limpieza en las horas del día son mujeres de un centro reclusorio, a las que se les prohíbe trabajar de noche. Debido a los bajos salarios que tiene un trabajor de limpieza de la salud en Cuba y el riesgo de contraer enfermedades estos empleos son ocupados por reclusos, a quienes los centros penitenciarios obligan a cumplir sanción bajo trabajo correccional.
El mal trato a los pacientes por parte del personal médico es penoso, pacientes que permanecen sin alimentación muchas veces, solo en algunas ocasiones le dan un pan viejo con mayonesa, jamonada o pollo, siendo expuestos a largas horas de tratamiento conectados a una máquina de hemodiálisis bajo estas circunstancias. La falta de medicamentos e insumos golpea cada vez más a los pacientes porque tienen que conseguir por sus medios la jeringas, alcohol, vitaminas, guantes, efímero para tomarles la presión arterial si quieren ser atendidos. En cuanto al transporte, el horario para recoger a los pacientes es sobre las 2 de la tarde, pero nunca el ómnibus llega a la hora establecida por falta de combustible, por lo que a los pacientes se les afecta su tratamiento.
El gobierno castrista presume ante el mundo de sus logros en la salud, sin embargo se están violando los derechos a los pacientes que por su condición deberían ser atendidos con prioridad. Es importante denunciar que en este hospital provincial hubo una negligencia médica por la cual 56 pacientes se contagiaron de hepatitis C y nunca pasó nada o no hubo ni tan siquiera una disculpa. Los causantes de este hecho siguen trabajando como si nada hubiera ocurrido. Por este motivo el mundo debe saber lo que pasa con la salud en Cuba, para que el gobierno no venda más esa imagen de que todo es perfecto cuando realmente hay demasiados problemas en este país.
Por René Rodríguez Cepeda, activista del CID en San Juan y Martínez
Pinar del Río 22 de mayo 2020
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