Antilas, noviembre 25. El ciudadano Gustavo Quiala, ex-combatiente internacionalista residente en el barrio de Capiro en Antillas y quien vive hace más de 10 años en lo que fuera un mercado agropecuario (placita), solicitó al delegado del CID en el municipio Esber Rafael Ramírez Argota, una entrevista para explicarle la difícil situación de salud que padece.
Gustavo Quiala
Este ciudadano manifestó: “En el año 1987 hubo otro llamado para unirse a la guerra en Angola y yo decidí ir, allí participé en más de 45 acciones de guerra. Cuando regresamos en los primeros años se acordaban de nosotros, pero al pasar el tiempo nos olvidaron. En mi caso yo vivía con mi mamá y un hermano, pero nuestra casa estaba en pésimas condiciones por lo que mi hermano tuvo que irse a buscar donde vivir y yo tuve que meterme a la fuerza en una placita que estaba en el barrio donde vivo, en Capiro. De allí nadie me pudo sacar porque el gobierno jamás se interesó en solucionar mi caso y eso que yo había sido combatiente internacionalista”.
Las piernas de Gustavo Quiala
“Para colmo mi mamá enfermó y las cosas empeoraron y yo tuve que dedicarme a luchar la vida como cuentapropista y el destino me llevó a debutar con una enfermedad que me ha consumido, la diabetes Mellitus, o como le dicen, la muerte lenta del siglo XXI, que en estos momentos me tiene ciego, con las piernas casi podridas, hinchado, con mis genitales alterados. Sé que pronto moriré y responsabilizo por mis desventuras a quiénes pudieron ayudarme a curarme. No entiendo si aquí hay hospitales con todas las condiciones para curar a las personas de vínculo militar y yo fui combatiente pero los jefes de esa asociación en Antillas no se preocuparon por ingresarme y darme el tratamiento que me merecía y necesitaba.
Gustavo Quiala con un grupo que solidario con su situación, entre ellos Esber Rafael Ramírez Argota, el delegado del CID
“¿Cómo es posible que otras personas civiles hayan podido resolver ser atendido en esos centros militares y yo no? Solo sé que arriesgué mi vida, hicimos cosas horribles y ya no significo nada, desde que cumplí mi misión no existo para aquellos que nos manipularon, ahora somos ignorados”.
Por eso agradezco a Esber Ramírez, delegado del CID que a pesar a estar vigilado y le fue impuesto una orden de no salir de su vivienda se arriesgó a venir a compartir conmigo y otros amigos que saben que estoy mal de salud y que presiento mi muerte por culpa del comunismo y de los asesinos, los hermanos de Fidel y Raúl Castro.
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