Octubre 21 de 2019. Pinar del Río, Cuba. El Comandante de la Dignidad, Huber Matos Benítez, fue arrestado un día como hoy hace 60 años por enviar una carta de renuncia a Fidel Castro en desacuerdo con la tendencia que estaba tomando la Revolución. Durante los primeros meses del triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959 y a las sombras de un proceso revolucionario democrático, se conspiraba desde el poder para dar el giro hacia una dictadura comunista, dictadura que necesitaba Castro para perpetuarse en el poder. Era una traición a los ideales de una Revolución por la que habían luchado y muerto muchos cubanos comprometidos con la libertad. En la carta de renuncia Huber Matos le advertía a Fidel Castro: “Los grandes hombres empiezan a declinar cuando dejan de ser justos”. Una afirmación profética que marcaría la desgracia del pueblo cubano hasta nuestros días.
Conduciendo sigilosamente el proceso revolucionario hacia el comunismo Fidel Castro daba la espalda a lo prometido el 16 de octubre de 1953 en el juicio por el asalto al Cuartel Moncada. En su perorata de defensa, conocida luego como “La historia me absolverá”, Castro aseguró que una vez llegada la Revolución al poder se restauraría como ley fundamental la Constitución de 1940, que era una de las constituciones más avanzadas en el orden social que había en Latinoamérica y en la que se garantizaba el derecho a los cubanos a formar partidos políticos, absoluta libertad de asociación, libertad de prensa y elecciones democráticas. En ese contexto se eliminarían todas las injusticias que agobiaban al pueblo.
El enfrentamiento ideológico entre Huber Matos y Fidel Castro era inevitable, el primero insistiendo en que se cumpliera lo que se había prometido al pueblo, una revolución dentro de un marco democrático, el segundo conspirando para implantar una revolución comunista que aniquilaría todos los derechos y libertades individuales y sometería a la población, a todas las instituciones y a las fuerzas armadas revolucionarias a un régimen de fuerza donde él, Fidel Castro, mandaría sin discusión ni oposición hasta su muerte. Huber Matos, consciente de que el pueblo cubano estaba en aquellos momentos fanatizado con Fidel Castro, entendía que la única opción que tenía era hacer la denuncia de la conspiración que se fraguaba para tratar de alertar a los cubanos. Matos sabía que un intento violento era inútil, era provocar en un baño de sangre del cual Castro sobreviviría pues nunca exponía su vida ante el peligro.
El Comandante de La Dignidad renunció y denunció en esa carta la conjura que veía venir; fue detenido, sometido a un juicio sumario y condenado y encarcelado injustamente durante veinte años en las mazmorras del régimen, donde fue víctima del odio y el rencor del dictador. Huber Matos cumplió esta injusta sentencia en permanente rebeldía hasta el último día, sin beneficio carcelario alguno. Este fue el precio que tuvo que pagar el más audaz de los comandantes de la Sierra Maestra por denunciar a tiempo, con valor y dignidad, el nefasto rumbo que tomaba la naciente Revolución.
Por Roberto Blanco Gil, Coordinador de la Defensoría del Pueblo para la zona occidental.
Artículo de La Nueva República
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