La líder de las Pussy Riot huye de Moscú disfrazada de repartidora: “Putin no me da miedo. No es nadie”. Maria Aliójina, integrante del grupo punk en busca y captura, asegura a EL PAÍS desde Islandia que el presidente ha arruinado a Rusia, y acusa a Occidente de comerciar durante años con el país sin preocuparse de los derechos humanos.
Se disfrazó de repartidora de comida para sortear a la policía de Moscú, que la tenía vigilada en arresto domiciliario, y salió de Rusia. Maria Aliójina —más conocida como Masha— descuelga el teléfono en algún lugar de Islandia para hablar con EL PAÍS a través de Telegram, la red más encriptada. Aliójina, miembro del colectivo Pussy Riot, la banda punk que desde 2011 desafía al Gobierno de Vladímir Putin, teme que las autoridades rusas la localicen.
“Me arrestaron tres días después de que comenzara la guerra con Ucrania. Estuve en un campo de trabajo otra vez. Cuando me soltaron, mis amigos o se habían ido de Rusia o estaban en la cárcel. Aquí es todo siempre así de complicado y estúpido”, dice. Da un sorbo a una bebida y continúa. “Me han quitado el pasaporte. Estoy aquí gracias a la solidaridad de otros artistas que me han ayudado a escapar de Rusia. Las Pussy Riot existimos por esa solidaridad, con la que construiremos algo más fuerte que las armas”, añade.
Por Laura Fernández Barcelona –
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