En el Policlínico Comunitario de Palma Soriano varios enfermos, entre ellos mi primo, esperaban horas para ser trasladados al hospital la Colonia en Santiago de Cuba y la ambulancia no aparecía. Mientras tanto una enfermera tejía porque parece que no tenía otra cosa que hacer y un médico y su asistente se entretenían con su celular.
Le dije al médico que tenía que atender a los enfermos, que no podía suceder con mi primo lo que le había pasado a Omarito, un joven que murió después de haberlo llevado cuatro veces a ese policlínico. Allí le decían a su padre que tenía un virus. La última vez lo llevamos estaba vomitando sangre porque lo que tenía era una batería (leptospirosis) que se debió haber tratado con penicilina desde la primera vez y el muchacho se habría salvado.
Cuando grabé al médico y a las enfermeras llamaron a seguridad del estado. Un tal Rodolfo se apareció inmediatamente agrediéndome verbalmente y pidiéndome explicaciones de que hacia yo allí. Le dije que tenía un familiar. Enseguida empezó a decirme que yo no valía nada porque transmitía noticias al exilio, le respondí delante de todo el mundo que lo que no valen son ustedes que están matando al pueblo de hambre.
Por Nivardo Amelo Ramírez, miembro del Comité Ejecutivo Nacional del partido Cuba Independiente y Democrática (CID)
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