Recientemente medios informativos del régimen castrista resaltaron el llamado del dictador Fidel Castro a elevar la producción mundial de alimentos como una medida para contrarrestar el hambre y salvar a la especie humana. Es muy difícil creer en sus buenas intenciones cuando su política ha creado en un serio déficit de alimentación entre los cubanos; altos precios de los productos agropecuarios y la baja producción del sector campesino. Sus declaraciones son una muestra de la doble moral.
La intolerancia hacia la iniciativa privada, el libre comercio, la libertad de asociación y la libertad de expresión, estrangulan cualquier intento de desarrollo económico significativo en Cuba. Es evidente que el sistema político, social y económico implementado por Fidel y Raúl Castro, además de servir como un instrumento para controlar y doblegar al pueblo, es el único culpable del sub desarrollo de Cuba. Llamar a la comunidad mundial a producir alimentos cuando por miedo a perder el poder se aniquila cualquier iniciativa que permita incentivar las potencialidades de la sociedad cubana, es una manera ridícula de querer tapar el sol con un dedo.
No solo los campesinos están desmotivados sino los trabajadores de otros sectores también son víctimas del descontento por los bajo salario y las malas condiciones en tienen que cumplir su jornada laboral. Cuando estudiamos el potencial de la agricultura cubana vemos que Isla tiene un clima idóneo para producir alimentos y un gran porcentaje de tierra cultivable, sin embargo tiene que importar el 80% de los alimentos que se consumen.
Castro irónicamente llama al mundo a producir alimentos pero en 57 años lo único que ha logrado es multiplicar el hambre y las privaciones del pueblo cubano.
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