La muerte de Proscopio y su agradecimiento al CID

El jueves 8 de junio de 2017 fue el último dia de angustia para Proscopio Cabrera Guerras, un caso social crítico de la localidad de La Nilda, municipio San Juan y Martínez, provincia Pinar del Río. Proscopio vivió en la enfermedad y la miseria abandonado por las instituciones del gobierno.

El llevaba más de cinco años en cama por dos infartos cerebrales, vivía en condiciones infrahumanas dentro del hambre y el desamparo social. Después de varias denuncias realizadas por Arelis Rodríguez Silva, Defensora del Pueblo y delegada del CID en dicha localidad, dirigidas directamente al gobierno municipal y al provincial, a los Comités de Defensa de la Revolución, a los trabajadores sociales y al Delegado del Poder Popular de la zona, fue que le donaron, hace apenas tres meces, un colchón anti escara, sabanas, avituallamientos, ropa y calzado, además de un módulo de cocina para la elaboración de sus escasos alimentos.

Antes de esta reclamación Proscopio llevaba años viviendo en extrema pobreza y las autoridades hacían caso omiso a su problema. Gracias a la gestión de la Defensoría del Pueblo, Proscopio pudo vivir sus últimos días con un poco más de atención. Además de varias donaciones dadas personalmente por Rolando Pupo Carralero, miembro del Ejecutivo Nacional del CID.

Arelis Rodríguez Silva

El último pedido de Proscopio fue un vaso de agua fría, que le dio Arelis, quien siempre se mantuvo a su lado ayudándolo en los momentos más difíciles de su vida. “Estoy muy agradecido de Arelis y con los miembros del CID, porque fueron los únicos que me dieron la mano y realmente se preocuparon por mi” afirmaba Proscopio en cada conversación que sostenía con las pocas personas que pasaban por su domicilio.

Sirva de ejemplo este caso para que todos conozcan la verdadera naturaleza de quienes todavía descaradamente se proclaman como defensores de los desprotegidos “Esta revolución es de los humildes y para los humildes”, afirman, cuando hoy son los humildes los que pagan el desastre de la corrupción, la incompetencia y el delirio “revolucionario”.