La Nueva República edición 237-B reproduce para los cubanos en la Isla la sección: “La escena doméstica”, del artículo: “Cuba: ¿Qué esperar?” del académico Jaime Suchlicki, director del Instituto de Estudios Cubanos. En esta edición tambien podrán leer: La basura se ha apoderado de Cuba y ya forma parte de la familia cubana. El huracán Michael y la deteriorada infraestructura pinareña. Huber Matos – El comandante de la libertad
«Cuba: ¿Qué esperar?»
La escena doméstica
Los limitados cambios económicos introducidos por Raúl Castro en Cuba animaron a algunos observadores a proclamar el fin del comunismo y el desmantelamiento del sistema totalitario en la Isla. A pesar de las declaraciones de Raúl Castro de que no fue elegido para restaurar el capitalismo, estos observadores insisten en su creencia de que las reformas económicas se profundizarán y Cuba marchará alegremente al capitalismo o por lo menos a un capitalismo de estilo chino.
Si los objetivos del gobierno de Castro fueran verdaderamente avanzar hacia una economía de mercado, no limitaría las empresas económicas a unas 181 actividades individual-les, es decir, peluquerías, zapaterías, pizzerías; alquilar tierras vacías a agricultores individual-les para producir en su mayoría agricultura de subsistencia; o para liberalizar los mercados de bienes raíces y automóviles. Además, los onerosos impuestos, reglamentos y derechos de licencia impuestos a estas actividades no conducen al desarrollo de las empresas libres.
Es muy difícil para el general Raúl Castro rechazar el legado de centralización política y económica de su hermano. La legitimidad de Raúl se basa en ser heredero de Fidel. Cualquier medida importante para rechazar las «enseñanzas» de Fidel crearía incertidumbre entre las élites gobernantes de Cuba: el partido y el ejército. También podría aumentar la inestabilidad ya que algunos abogarían por un cambio rápido, mientras que otros se aferrarían a políticas más ortodoxas. Los cubanos podían ver esto como una oportunidad de movilización, exigiendo reformas más rápidas. Para Raúl, las incertidumbres de descorchar la botella de la reforma en Cuba son mayores que mantener la tapa y moverse con cautela.
Durante las últimas cinco décadas, las consi-deraciones políticas siempre han dictado las decisiones económicas de la dirección comunista en la Isla. Raúl no es Deng Xiaoping, Gorbachev o un pragmatista en uniforme militar. Antes de tomar el poder en el 2006, fue el Ministro de Defensa con mayor tiempo en el cargo (47 años). Presidió los peores períodos de represión política y centralización económica en Cuba y es responsable de numerosas ejecuciones después de que él y su hermano asumieran el poder, y algunas inclusive en México y la Sierra Maestra antes de llegar al poder. Raúl ha sido un fiel seguidor y animador de las políticas antiamericanas y pro-soviéticas de Fidel y de las intervenciones militares en África y en otros lugares. En 1962, Raúl y el primer ministro soviético Nikita Khrushchev conspiraron para introducir subrepticiamente misiles nucleares en Cuba. Raúl supervisó el Departamento de las Américas en Cuba, aprobando el apoyo a grupos terroristas, guerrilleros y revolucionarios en toda América Latina y Oriente Medio. En 1996 ordenó personalmente el derribo de dos aviones civiles desarmados de los Hermanos al Rescate en aguas internacionales, matando a tres ciudadanos estadounidenses y un residente cubano-americano de Florida.
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