Mientras el gobierno cubano liberó algunas prohibiciones sin modificar las leyes que las establecieron, el ciudadano sigue esperando los frutos que la estrategia de los nuevos esquemas ha prometido.
Luego de su arribo al poder, el presidente cubano Raúl Castro implementó un paquete de medidas encaminados a liberar al gobierno de sus responsabilidades con los programas económicos, basados en las “gratuidades” que supuestamente garantiza el socialismo como parte de su política “benefactora y altruista”.
Sin embargo, a pesar de algunas novedades muy polémicas relacionadas con la política de empleo y los permisos para viajar, el gobierno continúa atrincherado en su viejo proyecto ideológico, mientras el pueblo sigue remendando sus esperanzas de una vida mejor.
Miles de cubanos, cansados y descontentos, expresan que “cuando escuchamos hablar de cambios, en lo único que pensamos es en el cambio que tenemos que hacer del dinero en Moneda Nacional (MN) a Pesos Cubanos Convertibles (CUC), para poder comprar en las Tiendas Recaudadoras de Divisa (TRD) los productos de primera necesidad como el aceite, jabón, máquinas de afeitar, puré de tomate, pasta dental, detergente, etc”.
Una joven estudiante señala que “No tienes más que ver la Libreta de Racionamiento: cada vez tiene menos hojas, porque los productos de la Canasta Básica Familiar en lugar de incrementarse lo que hacen es desaparecer; del transporte urbano lo único bueno que se puede decir es que ha permitido desarrollar dos prácticas deportivas: el Campo y Pista y el Sumo (tipo de lucha libre japonés), porque para alcanzar una guagua (ómnibus) tienes que correr como un caballo desbocado; y cuando paran en la parada, vienen tan abarrotadas, que para subir tienes que luchar cuerpo a cuerpo con la gente para poder entrar”.
Otro de los entrevistados, Pablo Rodríguez Peñate, carpintero retirado de 71 años apuntó, entre otras deficiencias que no cambian, el deterioro de los hospitales y el servicio médico en general; el mal estado de los centros escolares y la falta de preparación profesional del personal docente; la apariencia deprimente y la falta de higiene en las instalaciones gastronómicas y en la elaboración de los alimentos que ofertan.
Según su testimonio, “cuando tú vas al médico, para que te atiendan -más o menos- tienes que entrar con un estímulo en efectivo (una meriendita, un par de jabones CUC, una cajita de cigarrillos, también CUC); pero si la cosa es de hacerte un chequeo profundo, un Rayos X o que te pasen por el Somatón, entonces la “mordida” no baja de 120 dólares, entre los regalitos y el dinerito. ¡Ahora imagínate que el problema tenga que llegar al salón de operaciones!; cuando terminas de curarte el cuerpo ya estás enfermo de los nervios y comienza un nuevo ciclo de los mismos gastos. ¡No digo yo si la gente tiene que tirarse al mar para escaparse de esta locura!” Un médico de 46 años, Especialista en Cirugía General, que labora en el Hospital Calixto García, hizo énfasis en el deterioro general de la higiene en todos los órdenes.
El cirujano calificó de “desastrosa, lamentable y vergonzosa” las condiciones de abandono a que está sometida la vida del ciudadano:
“Cómo se puede hablar de cambios, cuando la ciudad, que es el centro de la vida política, económica y cultural del país, agoniza sobre el escombrero que dejan los constantes derrumbes de viejas edificaciones descuidadas, las tupiciones en los sistemas de drenaje albañal, los desechos de todo tipo amontonados en las esquinas por falta de contenedores o insuficiencia en el servicio de recogida de basura”.
El problema cubano es quirúrgico. Los paliativos no van a detener el proceso degenerativo que sufre la sociedad cubana, como consecuencia de un gobierno que ha impuesto y persiste en imponer políticas fracasadas.
Sin dudas, los cambios vendrán. La historia no cree en tiranías perpetuas. Pero antes, será necesario despenalizar la libertad de expresión y asociación, invalidar la actual Constitución y reconocer el derecho de todos a participar en la construcción de un Estado de Derecho. Mientras tanto, tendremos que seguir lidiando con estos cambios que lo dejan todo igual, y seguir creando conciencia de que los que tenemos que cambiar somos nosotros.
Por Ernesto Aquino Montes
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