LOS CRIMINALES NO MUEREN DE PENA

Hambre y miedo son las bases de todo poder ejercido desde el abuso y el comunismo es el mayor generador de calamidades monstruosas que haya concebido la maldad humana. No hay dudas que el régimen castrista se ha ganado un lugar de honor en la galería universal de criminales de lesa humanidad de la historia de la “civilización” moderna.

No es que haya algo novedoso en el uso de la delincuencia para aterrorizar a la población descontenta, y la subida de precios de los productos de primera necesidad controlados por el gobierno, para sumir en mayor desesperación e incertidumbre a los esclavos; pero la actualidad de este tormento en Cuba está rompiendo, con creces, todos los límites de lo concebible y soportable.

No hay brotes verdes ni señales de un mínimo amanecer de alivio en el día a día de la población cubana….ni lo habrá, bajo el poder nefasto del genocidio comunista. Que nadie se llame a engaño, el régimen castrista está viviendo un colapso irreversible que va en una sola dirección: su estrepitoso final; pero los criminales no mueren de pena, los criminales mueren matando.

Y de eso se trata el aumento, cada vez más creciente de asaltos, robos y agresiones de delincuentes en las calles, y la escasez de alimentos y subida demencial de los precios. De eso se trata, de aterrorizar y torturar a una población que ya no puede controlar con el engaño. De eso se trata, de aumentar al máximo la paranoia, hasta del más insignificante ciudadano, para que sólo se preocupe de no morir de hambre o a manos de un delincuente.

Y todavía hay estúpidos útiles y prófugos de la patria que se atreven a proponer diálogos conciliatorios con el régimen, con una mafia que jamás le ha dado una tregua de paz al pueblo. ¿Diálogo de qué? Lamentablemente, la libertad y la prosperidad del pueblo cubano, y de cualquier pueblo sometido por el comunismo, tendrá que construirse, sobre la derrota de los asesinos.