LOS HOMBRES QUE NO TIENEN FE EN SU PATRIA SON HOMBRES DE SIETE MESES -José Martí

Por |2025-05-20T11:12:10-06:0020 mayo, 2025|CID, Declaracion|Sin comentarios

 

Martí escribió esta frase en abril de 1894, cuando la independencia aún parecía lejana y las dudas corroían el alma de muchos. Algunos se resignaban, otros buscaban acomodos, y no faltaban quienes decían que Cuba no estaba lista para ser libre. Ante esa tormenta de cobardía y escepticismo, Martí respondió con una imagen tajante: quien no cree en su patria es un ser incompleto, aún por nacer. Le falta madurez, grandeza, responsabilidad.

 

Martí sabía que las ideas no se sostienen en el aire, ni la libertad nace de la espera. Por eso añadió, con su ejemplo y su palabra, que “hacer es la mejor manera de decir”. La fe verdadera se expresa en la acción constante, en la lucha silenciosa y tenaz, en el trabajo que no claudica. En ese sentido, la perseverancia es la forma más pura de fe en la patria.

 

Cada año, los días 19 y 20 de mayo nos colocan frente a un contraste histórico y moral que define a Cuba. El 19 de mayo de 1895, cae en combate José Martí, mártir de la palabra y de la acción, lanzado al sacrificio por la libertad de su pueblo. Y el 20 de mayo de 1902, tras años de lucha, se proclama formalmente la República de Cuba.

 

La perseverancia como fidelidad al deber

 

Martí no murió para ser recordado. Murió para que no renunciáramos jamás a nuestros ideales. Y el 20 de mayo no es solo una fecha legal: es una promesa que sigue pendiente. Cada generación cubana tiene el deber de rescatar esa promesa, no con discursos vacíos, sino con acciones firmes.

 

    “La libertad cuesta muy cara, y es necesario o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio.”

 

Cada 19 de mayo, Cuba recuerda con respeto y dolor la caída en combate de José Martí, el alma más elevada de la epopeya independentista cubana. Su muerte en Dos Ríos en 1895 no fue el fin de un ideal, sino la siembra definitiva de un espíritu: la perseverancia como virtud esencial del pueblo cubano. Martí cayó sin ver libre a su patria, pero su causa no murió con él. Su ejemplo encendió una llama que no se ha apagado, una llama que ha guiado a generaciones de cubanos en la lucha no solo por la independencia, sino también por la libertad y la democracia frente a la tiranía castrista.

 

Martí: El Apóstol de la Constancia

 

José Martí no fue un guerrero circunstancial. Fue un pensador, un poeta y un estratega cuya vida entera estuvo consagrada a la preparación paciente, sacrificada y visionaria de la independencia cubana. Desde sus primeros años en prisión, hasta su exilio y su incansable labor organizativa en el exilio, Martí encarnó la perseverancia como método, ética y destino.

 

Su proyecto político no se construyó con improvisaciones ni mesianismos: se construyó con años de discursos, cartas, artículos, fundaciones de clubes patrióticos, recorridos interminables por pueblos y ciudades, convenciendo, uniendo y sacrificando. Aunque muchos lo criticaron por no lanzarse antes a la guerra, su perseverancia fue su victoria moral: supo que la independencia verdadera solo sería posible si se sembraba en el alma de cada cubano como una necesidad irreversible.

 

Una epopeya colectiva de perseverancia

 

La historia de la independencia de Cuba es también la historia de múltiples fracasos, traiciones, divisiones y derrotas. La Guerra de los Diez Años no alcanzó su objetivo. La Guerra Chiquita fracasó antes de nacer. Y aún así, no se abandonó la causa. Líderes como Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Antonio Maceo y Máximo Gómez compartieron con Martí el mismo fuego: la perseverancia que no claudica, la que aprende de cada caída y se levanta más sabia y determinada.

 

Fue esa obstinación libertaria la que hizo posible, finalmente, la victoria militar y política en 1898, y la fundación de la República en 1902. No fue la fuerza de las armas lo que ganó la independencia, sino la fuerza moral de no rendirse nunca.

 

La lucha por la libertad: contra el castrismo

 

Hoy, más de un siglo después, el pueblo cubano vive otra forma de esclavitud, no colonial sino totalitaria. Y frente a ella, generaciónes de cubanos —dentro y fuera de la isla— ha retomado la bandera de la perseverancia. Los presos políticos actuales, los activistas acosados, los periodistas independientes, las madres que no se rinden, los jóvenes que se organizan en redes clandestinas o en el exilio, continúan el camino trazado por Martí y los patriotas del siglo XIX.

 

El castrismo subestimó el alma perseverante del pueblo cubano. Un alma que puede ser doblegada temporalmente, pero que no renuncia ni olvida. Cada protesta, cada carta, cada documento clandestino, cada voz que se levanta desde el silencio, es prueba de que la perseverancia sigue siendo el puente entre el fracaso y la victoria.

 

El hilo invisible de la historia cubana

 

Desde la caída de Martí en 1895 hasta la lucha actual por la libertad, existe un hilo invisible que une cada sacrificio, cada cárcel, cada acto de resistencia: el ADN perseverante del pueblo cubano. Ese que no se resigna a vivir sin derechos. Ese que no acepta que la dictadura sea el destino. Ese que sabe que la libertad puede tardar, pero siempre llega.

 

Y llegará de nuevo. Porque un pueblo que no olvida a sus mártires ni renuncia a sus ideales, es un pueblo que ya ha vencido en espíritu.

 

Patria, Pueblo y Libertad. El Pueblo de Cuba resiste y vencerá

Cuba Independiente y Democrática (el CID)

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