El presidente Barack Obama vendrá a Cuba, o no vendrá. La política es un fenómeno de pronósticos reservados que depende mucho de la naturaleza cambiante de los intereses. Pero dando por cierto que el mandatario norteamericano pueda cumplir su promesa de visitar la Isla, entonces la ilusión de algunos, el escepticismo de otros y la esperanza de los menos informados tendrán lo que necesitan para inventariar sus aciertos y decepciones.
Sin embargo, la visita del “sumo pontífice” de la Casa Blanca es otra aventura más de un juego político cuyos beneficios inmediatos van a parar al bolsillo de la prensa. Los resultados de la reanudación de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos han dejado un amargo sabor en la fe de muchos cubanos. Una parte considerable de los ciudadanos de la Isla confiaban que el restablecimiento de relaciones traería prosperidad y desarrollo para los más desfavorecidos. Por eso, la visita de Obama pasa por una crisis de credibilidad respecto a los efectos positivos que puede traer para el bienestar de la mayoría; porque el pueblo necesita resultados concretos y palpables a corto plazo, no disquisiciones filosóficas de trasnochados analistas sobre lo positivo o negativo del encuentro de Raúl Castro con su enemigo histórico.
Pero más allá de esta puesta en escena, que tiene mucho de bufo y de vernáculo, está la realidad dramática de un pueblo que parece no darse cuenta que la defensa de sus libertades es un grave problema cuya solución no depende de un mesías ni de la diplomacia de ningún intercesor.
Algunas voces dentro y fuera de Cuba piensan que la visita del mandatario norteamericano a la Isla va a legitimar al gobierno de Raúl Castro; algunos opositores consideran que “el Presidente Obama debe presionar al gobierno cubano” para que haya mayores libertades, autorice el pluripartidismo, libere a los presos políticos y respete los derechos humanos; es decir, abandone el socialismo. Pero lo cierto es que los regímenes totalitarios no existen porque alguien los legitime. La existencia de los socialismos es más una responsabilidad de los pueblos que lo soportan que de las políticas que lo combaten.
Y en cuanto a las exigencias, los únicos que tienen el deber, la responsabilidad y la obligación de exigir y demandar al gobierno de Cuba, reclamar y luchar por el respeto a sus libertades y derechos, son los cubanos. Los pueblos que quieren ser libres no extienden la mano para pedir ayuda, sino levantan el puño y una y otra vez, lo descargan con furia de patriota contra el poder que los oprime.
Por Ernesto Aquino
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Bravo Ernesto por tus comentarios llenos de coraje y veracidad: la libertad de Cuba no se relizara gracias a la bondad de los americanos (cuyos intereses no nos interesan) sino gracias al puño de los cubanos
Profesor Francisco Condis y Troyano (Pancho)