El 7 de diciembre de 1896, Maceo llegó a la base rebelde de San Pedro, donde más de 400 soldados de caballería saludaron al héroe de la Revolución Cubana. Mientras tanto, el general español Valeriano Weyler seguía buscando a Maceo en Pinar del Río.
Esa mañana, Maceo decidió atacar al anochecer a Mariano, un suburbio de la capital, y ordenó que todos los jinetes locales disponibles se reunieran en el campamento para el ataque. Así era el jefe audaz, que peleaba en la primera fila del combate. Dueño de una genial habilidad táctica para golpes militares de impacto psicológico y político en una arriesgada incursión tan cerca de La Habana, con un giro humillante para Weyler. El intrépido estilo de combate de Maceo nos dice mucho sobre su capacidad de mando. Fue heroico en la tradición épica. El espíritu de su juventud se basaba en el concepto de coraje y honor de la Guerra de los Diez Años, vinculado a la idea de que el lugar del líder estaba a la cabeza de sus hombres en la vanguardia de la batalla.
Alrededor del mediodía, el coronel Juan Delgado trajo noticias de una fuerza enemiga estaba cerca del campamento Mambí. Maceo envió de inmediato una patrulla de búsqueda. El coronel Francisco Cirujeda, un veterano valenciano de 44 años dirigió la fuerza española. Al frente de la columna española venían los 90 jinetes cubanos conocidos como la “Guerrilla Peral”, seguidos por una unidad de infantería española de 365 soldados y 24 cubanos de la Guerrilla Punta Brava que traían la retaguardia. A la una de la tarde, Maceo almorzó con sus ayudantes, bebió la taza de café habitual y se retiró a su hamaca para tomar una siesta, sin darse cuenta de que la patrulla de vigilancia no había podido encontrar al enemigo que se aproximaba.
Alrededor de las 3 p.m., los españoles sorprendieron al campamento de San Pedro. Su vanguardia barrió a los centinelas y avanzó al centro del campamento rebelde. Unos 40 cubanos liderados por Alfredo Justiz, Baldomero Acosta y Juan Delgado, reaccionaron rápidamente con un enérgico contraataque. Los españoles se retiraron detrás de las cercas de piedra por el camino de Guatao. Después de la sorpresa inicial, los mambises se reagruparon y pelearon a lo largo de la línea de fuego enemiga.
Con las balas volando por encima de su cabeza y enfurecido por el fallo de la seguridad, Maceo tardó unos 10 minutos en ponerse el uniforme, asegurar sus armas y preparar su caballo, luego cabalgó con 45 de sus veteranos más confiables para evaluar personalmente la situación. El ataque español se había detenido y estaba bajo control, por lo que el “Titán de Bronce” decidió tomar la ofensiva. Una cerca de alambre se interpuso en el camino y Maceo ordenó que se cortara. “Esto se ve bien“, dijo Maceo a sus oficiales. En ese momento, una ráfaga de rifles que venía del muro de piedra lo golpeó en la cara y el cuello. Permaneció en su caballo durante unos segundos, perdió el control de su machete y cayó. El héroe de la invasión, el vencedor de Peralejo, Mal Tiempo, Cejas del Negro y docenas de feroces combates, el mayor de los hermanos y el último de los leones Maceo estaba muerto. Fue una pérdida devastadora para el esfuerzo de guerra cubana. Francisco “Panchito” Gómez Toro, hijo del general Máximo Gómez también murió en este trágico día.
Cuando cayó llevaba 27 cicatrices de héroe de la independencia. Una y otra vez, sus tropas lo habían visto cabalgando entre ellos, en los campos o liderando una carga de caballería, ajeno al peligro personal. Era un maestro de la disciplina, la velocidad en la acción y las maniobras ofensivas decisivas. Pero por encima de su valor indomable, Maceo era un guerrero apasionado por la libertad, el deber y el honor. Por siempre el amado héroe de la nación cubana.
Por Pedro Roig, Esq. es Director Ejecutivo del Instituto de Estudios Cubanos. Tiene una maestría en historia de la Universidad de Miami y un doctorado en derecho de la Universidad de St. Thomas. Ha escrito varios libros, entre ellos La muerte de un sueño: Una historia de Cuba y Martí: La lucha de Cuba por la libertad. Es veterano de la Brigada 2506.\
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