Nada podrá llegar a nuestras vidas si no salimos a buscarlo

Por |2020-02-04T11:17:57-06:004 febrero, 2020|La Nueva República, Opinión, Otros|1 comentario

 

Ya dejó de tener importancia la preocupación por lo que nos traerá el nuevo año. Ahora sabemos que nada podrá llegar a nuestras vidas si no salimos a buscarlo; que la esperanza de que otros resolverán nuestros problemas es un pasatiempo para desmemoriados.

 

El síndrome de Penélope* ha dejado de ser una patología para convertirse en un recuerdo de la infancia. Ya nadie deja de vivir, ni sacrifica sus búsquedas esperando pasivamente que se cumplan las profecías apocalípticas de los gobernantes o las promesas de redención de los “defensores de la libertad”. Ahora todos van en busca de la realización de sus propósitos con sus propias estrategias.

 

El 2020 nos es más que la continuidad de un recorrido que comienza con un plan de fuga. Para los que gobiernan no es diferente, atrapados como están en su círculo vicioso de césares frustrados: más represión, menos libertades, cero desarrollo. Las mismas acusaciones en el juicio interminable contra los enemigos de siempre.

 

Salvar la nación sólo tiene sentido cuando se tiene patria, pero para el ciudadano que va de paria por su propia tierra, confundido por una narrativa de su historia que le ha camuflajeado lo heroico diluyendo en la obediencia toda la fuerza de su poder creativo, lo único que cuenta es justificarse ante la espada para no ser derribado.

 

Ya aprendimos el arte de la improvisación, y sabemos que para sobrevivir a un régimen tan hostil la solución nos es la roca, sino la plastilina; que para mantener activa la rebeldía la mejor estrategia es la simulación. Ya no es una prioridad preocuparse por cómo terminará la historia de este país, sino cómo seguir siendo espectadores del drama sin que nuestro desempeño como víctimas nos haga caer en la tentación de convertirnos en verdugo.

 

Sobrevivir y reinventarnos; seguir experimentando con la resurrección de nuestras múltiples muerte diarias, moldeando la apariencia de las cenizas del Fénix de nuestra fortaleza para que los arqueros que destruyen el ecosistema de nuestras aspiraciones se entretengan en matar otras cosas.

 

Sobreviviremos. Ya lo hemos hecho antes. Y mientras algunos buscan la respuesta que trata de explicar el ¿hasta cuándo?, nosotros seguiremos siendo una interrogante incómoda y peligrosa perturbando el delirio de los que quieren destruirnos.

 

Por Ernesto Aquino

* Una perpetua espera, sin tomar resolución alguna

 

Artículo de La Nueva República

CubaCID.org

 

 

Un comentario

  1. Pancho 7 febrero, 2020 en 1:48 pm - Responder

    Ernesto: como siempre tus reflexiones pertinentes y profundas en ese lenguaje tuyo para decir la verdad con la belleza de nuestra lengua. Gracias hermano, espero que otros muchos meditan tus ideas…

Deja tu comentario