La juventud nicaragüense se ha lanzado a las calles de su país exigiendo libertades y el fin del régimen de Daniel Ortega, un ex-revolucionario convertido en uno de los hombres más ricos de Nicaragua, después de haber traicionado la revolución que derrocó a la dinastía de los Somoza. El partido Cuba Independiente y Democrática, el CID, apoya al pueblo nicaragüense en sus justas y merecidas demandas y condena la brutalidad con que ha sido reprimido por un régimen ilegítimo y corrupto.
Sin duda existe un paralelo entre el historial de Daniel Ortega con el de los hermanos Castro, quienes también traicionaron la revolución cubana, han gobernado a Cuba con absoluta crueldad por más de medio siglo, entronizaron lo corrupción para comprar con ella a sus cómplices, viven de la subvención de la narco dictadura venezolana y se han aliado con el capitalismo para sostenerse en el poder si ésta se derrumba.
A simple vista a los cubanos les podría parecer que las protestas en Nicaragua se deben a que los nicaragüenses son un pueblo valiente y los cubanos están domesticados. Por lo menos esa es la apreciación predominante en el exilio, con la cual los cubanos que viven en el exterior justifican su inacción en el terreno en que pueden actuar, contrarrestar y derrotar al castrismo, como han hecho en el ámbito internacional los venezolanos. Simplificar la derrota o permanencia de una dictadura en un país y en determinada circunstancia histórica es un asunto bastante más complejo que caracterizar a un pueblo como cobarde y a otro como valiente.
Un cambio revolucionario, pacífico o violento, es el resultado de diversos factores que en determinada circunstancia combustionan y liberan una energía mayor a la suma de sus partes. Ha sucedido a través de la historia, estamos viéndolo en Nicaragua, está en proceso en Venezuela y es muy probable que lo vivamos en Cuba también.
Los nicaragüenses son sin duda un pueblo valiente como han demostrado en más de una oportunidad, aunque padecieron las dictaduras de los Somoza desde 1934 hasta el 17 de julio de 1979, cuando el Frente Sandinista los derrocó. El presente estado de convulsión que vive Nicaragua es el resultado de una serie de injusticias y abusos acumulados por el régimen de Ortega-Murillo, abusos e injusticias que resume este breve análisis, que entre otras cosas demuestra similitudes y diferencias sustanciales con el caso cubano. Por ejemplo una Iglesia Católica nicaragüense que apoya a la oposición democrática y un empresariado nica que ahora la apoya también.
El poder popular fraccionado
En un hecho sin precedente, las calles de Managua y otras ciudades nicaragüenses son escenario de masivas manifestaciones populares en oposición al gobierno sandinista. Nadie lo esperaba, ha sorprendido a todos y no se sabe a dónde llegarán estas protestas. Como en toda convulsión de esta naturaleza hay que desenterrar las razones para comprenderlas.
La fisura se presenta como el detonante de una acumulación de factores de descontento creciente, como los reiterados señalamientos de concentración de poder en el marco de la institucionalidad nicaragüense, puntualmente la Asamblea Nacional, el Poder Judicial y el Tribunal Supremo Electoral, lo que ha sido un foco de crítica opositora reiterada. Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, han manejado Nicaragua como una finca privada, repartiendo privilegios y con el apoyo de varios miles de millones de dólares de la narco dictadura venezolana, ahora en crisis.
Todo apunta a que el poder popular, que fue la base de apoyo del gobierno revolucionario (1979-1990) y de la presente etapa de la administración sandinista (iniciada en 2007), se fraccionó.
El sector estudiantil universitario ha sido la punta de lanza de la constante protesta iniciada hace casi una semana, en torno a reformas al sistema de pensiones de la seguridad social nicaragüense. Los estudiantes fueron uno de los pilares centrales de apoyo conque contaron el Frente Sandinista y el presidente Daniel Ortega.
Además, a diferencia de la etapa gubernamental revolucionaria, la actual administración de Ortega había logrado establecer alianzas con sectores claves que antes le fueron adversos, como el empresariado y la Iglesia Católica. La transformación del sandinismo, distanciándose de su pasado revolucionario, logró el acercamiento con ambos sectores. Sin embargo, en el contexto de desgaste del gobierno actual, estas alianzas estratégicas también se debilitaron y hoy la Iglesia y el empresariado se han alejado del oficialismo y apoyan abiertamente a la oposición en las calles.
Parte del descontento quizá puede atribuirse a que programas sociales eficaces que el gobierno venía implementando se hayan visto afectados por la crisis que se da en Venezuela, cuyo gobierno se había constituido en un firme aliado de la actual administración Ortega. La subvención venezolana a Ortega no podía continuar al mismo ritmo.
Lo cierto es que el agrietamiento se agudizó con el anuncio de las reformas al sistema de pensiones. En síntesis, la resolución anunciada el 16 de abril por las autoridades de la seguridad social implicaba el aumento del 6.25 al 7 por ciento en el aporte de los trabajadores. Y aumentaba, con mayor fuerza, el aporte patronal, elevándolo en dos puntos, del 19 al 21 por ciento. Ambas alzas entrarían en vigencia el 1 de julio y a partir de enero de 2019 aumentarían 0.5 puntos por año. Dentro de las reformas, posiblemente la que causó más descontento haya sido el aporte de cinco por ciento de las pensiones para la cobertura de asistencia médica y otros gastos de salud.
El anuncio hecho por Ortega el 22 de abril, revocando esas medidas fue tardío, porque la protesta se mantuvo. Apenas 24 horas después, una masiva manifestación opositora, organizada por el Consejo Superior de la Empresa Privada, recorrió Managua.
Henry Briceño, veterano adversario de la dictadura somocista y ex integrante del Frente Sandinista y analista de la situación nicaragüense, hizo un diagnóstico preciso del acontecer en el país, precisamente el 16 de abril cuando estalló la crisis:
“Cada día que pasa Nicaragua se asemeja a una olla de presión. Brutalidad en el INSS (Instituto Nicaragüense de Seguro Social) afectando a empleadores, empleados y jubilados. No creo que cotizantes activos, empleadores y adultos mayores digieran este amargo trago”, escribió entonces. Y agregó: “Muchos son los casos que van poniéndole caldo a la situación…que ninguna organización política ha podido activar: incentivar a la juventud, particularmente a los estudiantes que con su actuar ponen al descubierto su profunda inconformidad contra todo lo que huele a gobierno orteguista”. Además: “Pésima decisión de la pareja presidencial al lanzar a las calles como fuerza de choque a jóvenes de la JS (Juventud Sandinista). Peor aún el actuar desalmado de la policía con ausencia de nacionalismo e imparcialidad…reprimiendo a estudiantes que reclaman sus derechos. La juventud nicaragüense comienza a despertar. “Tened cuidado…’ decía Rubén”*.
Este breve bosquejo de la situación en Nicaragua nos da una idea de la diversidad de factores que normalmente intervienen en una convulsión política que pueda poner en peligro o liquide a un gobierno. Quienes desde hace algún tiempo esperábamos una contorsión liberadora en Venezuela, hemos sido sorprendidos por otra que muy pocas personas previeron y que posiblemente sorprendió a la mayoría de los que participan en las protestas en Nicaragua.
Quienes por pesimismo o por convicción crean que el castrismo es inmune a un cambio que lo destrone, pueden un día darse cuenta que estuvieron equivocados en pensar que el pueblo cubano estaba domesticado y que fue un error criticar desde la gradería. Si el imperio de la URSS se desplomó ante un mundo que nunca esperó tal espectáculo, la dictadura en Cuba dista mucho de tener su permanencia asegurada. Mientras tanto al pueblo hermano de Nicaragua lo mejor de nuestros deseos y toda la admiración que merecen porque remedando el original y bello estribillo dedicado a la ciudad de León en ese país: “Nicaragua puede ser abatida pero nunca vencida, Viva Nicaragua, jodido”.
*Del poema de Ruben Dario “A Roosevelt”: “Tened cuidado. ¡Vive la América española! Hay mil cachorros sueltos del León Español”.
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