La victoria en Venezuela es una victoria de la libertad contra la opresión y por esta razón es una victoria de los cubanos y todavía más: porque los venezolanos son nuestros hermanos. El día primero de septiembre fue la Toma de Caracas, fue el ejemplo y el preludio de la Toma de la Habana, porque un día así será aunque en el exilio cubano sigan un grupo de pesimistas diciendo que el pueblo cubano en la Isla no tiene salvación. Por estas razones reproducimos un relato breve pero contundente, de los sucesos de ayer 7 en Maturín, Venezuela. En la foto abajo a la izquierda la minoría castro chavista vestida de rojo se enfrenta a una multitud muchas veces mayor de venezolanos demócratas.
Por Zoilo Abel Rodríguez, Maturín, Venezuela ·
Hoy les dimos una “pela” moral a los nuevos escuálidos que son los “rojo-rojitos” de Maturín.
Como puede apreciarse en la foto, la proporción de demócratas que marchó esta mañana hasta las proximidades del CNE fue sustantivamente mayor que las menguadas cuadrillas de “revolucionarios” tarifados que acudieron –la mayoría de ellos armados, como pudo constatarse, porque no lo disimulaban– a “defender rodilla en tierra” la oficina de asuntos electorales del PSUV de un asalto con violencia que nunca estuvo en los planes de la MUD, sino en la “culicardia” paranoide del castro-chavismo.
Se veía que, aunque bien artillados y escudados en “las fuerzas del orden”, estaban sorprendidos, asustados y con ganas de salir corriendo.
Y corriendo (o rodando) fue que salieron huyendo como patarucos los motorizados a sueldo. Los patéticos «colectivos», en número nada impresionante (que se ve que están mermando), pretendieron abrirse paso a lo macho desde la retaguardia de la marcha e intimidar y apartar a los manifestantes, pero los que tuvieron que apartarse fueron ellos.
Ante la firme resistencia del río de gente, bajo atronadoras consignas (que les apagaron el estruendo a sus escapes), entre tales: “¡yo vine porque quise, a mí no me pagaron!”, y amedrentados de tanto pueblo arrecho, no les quedó más remedio que escabullirse con el rabo entre las piernas por las calles laterales.
Los “esbirrillos” de la barricada, aunque seguramente confundidos, estaban esperando que pisáramos el peine y fuéramos más allá de lo prudente, pero se quedaron “con los crespos hechos”, vale decir, con sus garrotes envueltos y sus balas sin percutir.
Hicimos el mandado (exigir a viva voz la fecha de recolección del 20% y la agilización del cronograma), les demostramos “in situ” que somos más que ellos y que vamos en serio… y nos retiramos a seguir creciendo y a prepararnos para volver a la carga.
Les estamos poniendo la agenda.
Los tenemos locos.
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