Próxima embajadora de EEUU en la ONU la tacha de corrupta y amenaza con recortar sus fondos

Por |2024-11-29T14:45:39-06:0029 noviembre, 2024|Estados Unidos, Internacional|Sin comentarios

Elise Stefanik,

 

Por Thalif Deen* – Inter Press Service (IPS)

 

NACIONES UNIDAS – John Bolton, exembajador de Estados Unidos ante las Naciones Unidas (2005-2006), aseguró en una ocasión que si el acristalado edificio de 39 pisos de la Secretaría General de la ONU en Nueva York «perdiera 10 pisos, no habría ninguna diferencia».

 

Aquella declaración provocó la respuesta sarcástica de un columnista de The New York Times, que dijo que Bolton habría hecho mejor de urbanista que de diplomático estadounidense, mientras que otro periódico lo describió como «una bola de demolición humana»

 

Del mismo modo, una de sus sucesoras, Nikki Haley, quien fue embajadora ante el organismo mundial durante los dos primeros años del primer mandato de Donald Trump (2017-2018), dijo en una Convención Nacional Republicana que «la ONU era un lugar donde dictadores, asesinos y ladrones denuncian a Estados Unidos y exigen que paguemos sus facturas».

 

Y ahora llega la ya nominada como próxima embajadora ante la ONU de Trump, ahora presidente electo. Se trata de la hasta ahora presidenta de la Conferencia Republicana de la Cámara de Representantes, Elise Stefanik, de Nueva York, quien ha subido la apuesta y ha condenado a las Naciones Unidas como «corrupta y antisemita».

 

También ha amenzado con recortar la financiación de la ONU, incluida la agencia que proporciona ayuda humanitaria a los palestinos, la Unrwa, y ha denunciado el Consejo de Derechos Humanos con sede en Ginebra.

 

¿Qué más hay de nuevo?

 

Según un informe publicado el 11 de noviembre en Politico, un medio digital con sede en Washington, Trump está designando a una feroz crítica de la ONU como su emisario ante el organismo mundial, la clara señal de que planea cumplir sus promesas de apoyar firmemente a Israel en la escena mundial y jugar duro con las organizaciones y alianzas internacionales.

 

En un artículo publicado el 25 de septiembre en el Washington Examiner y titulado «Si las Naciones Unidas continúan con su antisemitismo, Estados Unidos debe retirarle su apoyo», Stefanik afirmó que la ONU «ha demostrado una y otra vez que es un pozo negro de antisemitismo que se ha vuelto completamente contra Israel en su hora más oscura».

 

Eso sí, sus duros comentarios han provocado condenas igualmente enérgicas.

 

Kul Gautam, ex secretario general adjunto de la ONU, dijo a IPS que el nuevo nombramiento propuesto por Trump, quien asumirá su segunda presidencia el 20 de enero,  es «una perspectiva aterradora para la ONU».

 

«Stefanik parece representar la antítesis de los ideales de la ONU, el multilateralismo y el respeto por las leyes internacionales, todo en interés del apoyo general de Estados Unidos a Israel», dijo.

 

«De hecho, todos los nominados de seguridad nacional de Trump parecen encajar en lo que Jan Egeland, del Consejo Noruego para los Refugiados, caracteriza como: Israel primero, Estados Unidos después, la humanidad al final», dijo Gautam, también ex director ejecutivo adjunto del Fondo Mundial para la Infancia (Unicef).

 

Según el Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos (CRS), el presupuesto ordinario aprobado para la ONU fue de 3600 millones de dólares para el año fiscal 2024.

 

La Asamblea General determina cada tres años una escala de cuotas para el presupuesto ordinario basada en la capacidad de pago de cada país. Es probable que en diciembre de 2024 la Asamblea apruebe nuevas cuotas para el periodo 2025-2027.

 

Estados Unidos tiene actualmente una cuota de 22 %, la más alta de todos los miembros de la ONU, seguido de China (15,25 %) y Japón (8,03 %).

 

Pero esto puede cambiar bajo la administración Trump. Stefanik ya lo advirtió.

 

«Debemos luchar por una ONU en la que no se espere que una nación pague la factura sin recibir a cambio ninguna rendición de cuentas o transparencia, en la que ningún déspota o dictador pueda sentarse a juzgar a otros mientras desvía la atención de sus propios abusos contra los derechos humanos, y en la que ninguna organización corrompida por personas como el Partido Comunista Chino pueda dictar convenciones y normas internacionales de gran alcance entre sus miembros», afirmó.

 

Ian Williams, presidente de la Asociación de la Prensa Extranjera, con sede en Nueva York, dijo a IPS que «los buitres están revoloteando a sus anchas» sobre la ONU.

 

«Cuando Elise Stefanik se lance en la ONU, los intérpretes deberían programar su ChatGB con la traducción ‘bla, bla, bla’ para su mensaje», afirmó.

 

Los delegados y los medios de comunicación deberían «ridiculizarla, rebatirla o burlarse de ella». «No vale la pena complacerla, ni siquiera intentar razonar con ella», consideró Williams.

 

Durante las guerras de los Balcanes (1990-2001), señaló, muchos jóvenes profesionales del Departamento de Estado golpearon el tablero y gritaron «¡basta ya!» ante el descarado doble rasero. La generación actual parece o bien oportunistamente complaciente ante el genocidio de Netanyahu, o peor aún, verdaderos creyentes, reflexionó.

 

«Los observadores se preguntan a menudo si la ONU podría sobrevivir sin Estados Unidos. Es hora de invertir la pregunta: ¿cómo puede sobrevivir la ONU de alguna manera significativa con Estados Unidos como un tumor maligno en metástasis en su núcleo?», dijo Williams, expresidente de la Asociación de Corresponsales de la ONU (Unca).

 

En sus últimos días, el presidente Barack Obama (2009-2017) dejó pasar una resolución tranquilizadora contra Israel: hay pocas posibilidades, o ninguna, de un gesto significativo por parte de la administración de Joe Biden en sus últimos días.

 

Por el contrario, Biden y Kamala Harris, su vicepresidenta y candidata demócrata derrotada por Trump en las elecciones del 5 de noviembre, perdieron sus oportunidades de poder con su desvergonzada blandura ante el acusado como criminal de guerra y primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu.

 

«Ya hemos estado aquí antes. La iniciativa de John Bolton de castigar a los Estados miembros que no hicieran explícitamente caso omiso de las tropas estadounidenses» desplegadas entonces, «desprestigió a Estados Unidos más que a la ONU», analizó Williams.

 

Y no fue solo su prestigio «moral», precisó.

 

«La mayoría de los miembros simplemente se encogieron de hombros y la olvidaron. Esta vez, los miembros de la organización serán los primeros en tomar represalias. Es inútil intentar un compromiso creativo con los intolerantes», aseguró Williams.

 

Norman Solomon, director ejecutivo del Institute for Public Accuracy y director nacional de RootsAction.org, dijo a IPS que durante muchas décadas, el gobierno de Estados Unidos ha visto a la ONU como un sello de goma legitimador o como un disidente recalcitrante que debe ser ignorado y menospreciado.

 

Durante el período previo a la invasión de Iraq de 2003, por ejemplo, el gobierno de George W. Bush buscó la aprobación de la ONU y nunca la obtuvo.

 

Pero cuando el Consejo de Seguridad aprobó acciones militares agresivas dirigidas por Estados Unidos, como en la Guerra del Golfo de 1991, los funcionarios de Washington se alegraron de pregonar la importancia de la ONU, señaló.

 

«Stefanik es una política patriotera que afirma alegremente la prerrogativa estadounidense de dirigir todo el mundo posible. En la medida en que la administración Trump considere que las Naciones Unidas son útiles en ese objetivo, su paso por la ONU irá sobre ruedas», anticipó.

 

Y en la medida en que muchos de los países, aunque congreguen 95 % de la población mundial, parezcan estorbar, «podemos esperar un bombardeo chovinista por parte de Stefanik, y de Trump, vilipendiando a tales países y a la ONU como impedimentos retrógrados a las gloriosas virtudes supremas y al poder de Estados Unido», dijo Solomon.

 

Mandeep S. Tiwana, cosecretario general interino de la alianza mundial de la sociedad civil Civicus, recordó a IPS que Estados Unidos desempeñó un papel clave en el establecimiento de la ONU en 1945.

 

«Al elegir como candidata a embajadora a alguien que claramente desprecia a la ONU y lo que representa», Trump y sus asesores «están repudiando el legado del difunto presidente Franklin Roosevelt y de la primera dama Eleanor Roosevelt, quienes hicieron esfuerzos significativos para ayudar a establecer a la ONU como un organismo mundial comprometido con el derecho internacional y decidido a salvar a las generaciones futuras del flagelo de la guerra», dijo.

 

El desprecio por los derechos humanos y el orden internacional basado en normas provocó un sufrimiento indecible a la humanidad en el siglo XX a través de dos guerras mundiales, recordó.

 

«Sería extremadamente imprudente que la próxima administración presidencial de Estados Unidos ignorara estas lecciones de la historia», afirmó Tiwana.

 

Solomon argumentó que lo que a veces era una actitud más sutil de un líder, como el presidente Biden, proporcionando mensajes de rey del mundo teñidos de condescendencia y nobleza obliga, se transformará en un enfoque más duro y despiadado a partir del año que viene.

 

La personalidad de Stefanik no tendrá mucho que ver, a su juicio. «El enfoque imperial subyacente hacia el mundo será un ataque sin cuartel en términos retóricos, económicos y -cuando se considere necesario- militares», dijo.

 

«Para el consumo interno, el mensaje de la presidencia de Trump será el equivalente a ‘no hay más un buen tipo¡, afirmando que es hora de insistir en que se haga justicia con el Tío Sam, por fin», aseguró Solomon.

 

Postularse como la víctima será, tal vez más que nunca, el efecto del gobierno estadounidense en política exterior, a la vez afirmando ser una víctima mientras Estados Unidos renueva sus esfuerzos por dominar la mayor parte posible del mundo, consideró  Solomon, autor de del libro «La guerra se volvió invisible: Cómo Estados Unidos oculta el coste humano de su maquinaria militar».

 

Mientras tanto, Stefanik también criticó al «absurdamente mal llamado “Consejo de Derechos Humanos”, compuesto por algunos de los peores violadores de los derechos humanos del mundo».

 

A su juicio, ese Consejo «tiene un punto permanente de agenda antisemita relacionado con Israel y adoptó una resolución que afirma que Israel debe ser considerado responsable de crímenes de guerra, todo ello mientras no condena las atrocidades cometidas por Hamás», el grupo islamista de la Franja de Gaza.

 

«El mundo mira a Estados Unidos en busca de liderazgo moral. Mientras Rusia, China, Corea del Norte e Irán y sus apoderados terroristas como Hamás crean un peligroso eje del mal que amenaza el compromiso global compartido con la paz, la prosperidad y la libertad, Estados Unidos debe defender con valentía nuestros principios en cada oportunidad», declaró.

 

Como principal contribuyente financiero a la ONU, Estados Unidos debe plantear a la ONU una elección: reformar este sistema roto y convertirlo en el faro de paz y libertad que el mundo necesita que sea, o continuar por este camino antisemita sin el apoyo de los contribuyentes estadounidenses, advirtió.

 

*Ex jefe de la oficina de IPS en las Naciones Unidas y director regional de América del Norte, ha estado cubriendo la ONU desde finales de los años 1970. Autor del libro «No Comment – and Don’t Quote Me on That», es redactor jefe de IDN, con sede en Berlín, ex funcionario de la ONU y antiguo miembro de la delegación de Sri Lanka en las sesiones de la Asamblea General de la ONU. Becario Fulbright con un máster en Periodismo por la Universidad de Columbia, Nueva York, compartió la medalla de oro en dos ocasiones (2012-2013) a la excelencia en reportajes sobre la ONU concedida por la Asociación de Corresponsales de la ONU (UNCA).

 

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