La lucha contra la corrupción he indisciplinas sociales, es la nueva cruzada utilizada por el payaso de Diaz Canel para centrar la atención del pueblo en un nuevo enemigo. Pero, ¿quién le pone freno a la corrupción de la cúpula gobernante? Recientemente salió a la luz pública el “pequeño” negocio de la nieta de Raúl Castro, Vilma Rodríguez Castro, hija también del corrupto Luis Alberto Rodríguez López Callejas teniente coronel y quien dirige GAESA, el grupo empresarial de las Fuerzas Armadas. Estos mafiosos ostentan vidas lujosas como los más ricos capitalistas del mundo moderno mientras el pueblo de Cuba languidece en el hambre y la falta de libertad.
Para distraer la atención, en un artículo que se publicó en el diario oficialista Granma, abordaba el tema de “los problemas detectados que se repiten y no se ha logrado frenar la ocurrencia de indisciplinas, ilegalidades y hechos de corrupción” palabras plasmadas en el informe anual de la Contraloría General de la República de Cuba correspondiente al año 2018. Precisamente se repiten porque gracias a esas “ilegalidades y corrupción”, que generalmente son para esquivar las leyes abusivas y los atropellos del régimen, el pueblo se la agencia para sobrevivir a las tantas dificultades que enfrentan día tras día. El cubano de a pie no tienen ni las mismas oportunidades ni la misma libertad que gozan los miembros de la realeza, sus familiares y los lame botas que custodian su negocio.
Sin duda alguna en este informe, año tras año, no hay muchas diferencias. Las autoridades hacen mención como un problema que afecta no solo a la economía nacional si no también al cumplimiento de los programas sociales del estado. Clara estrategia para seguir culpando a los demás de lo que el régimen y su economía centralizada jamás podrán lograr.
Para nadie es un secreto que estos actos de corrupción, ilegalidades e indisciplinas sociales, tienen un origen a partir del propio sistema que se nos impuso en 1959 cuando todo el andamiaje económico y productivo fue desmontado para darle paso a la empresa estatal socialista, controlada 100% por el estado, quien rápidamente se convirtió en el único dueño de todo y un muy buen negocio para los que acababan de tomar el poder a punta de pistolas.
Estas empresas socialistas y todo su andamiaje, sirvieron de pretextos para enmascarar la economía cubana y hacerle creer al pueblo que ellos eran sus dueños. En realidad sirvió para crear un gran entramado de corrupción donde la familia Castro Ruz y todos aquellos lacayos que los apoyaron en sus fechorías, se adueñaron de todas las riquezas de Cuba para ponerlas a su disposición, como por ejemplo el rey del avestruz, Guillermo García.
Ahora, la nueva jerarquía apuesta con extremar las medidas para acabar con tales actos. Pero nada pasará a los corruptos y ladrones son precisamente los que han mal gobernado al país por estos 60 años. La moral no se puede predicar en calzoncillos, todos sabemos que mientras el pueblo pasa todo tipo de calamidades, ellos, junto a sus familias, viven como reyes. Precisamente gracias a este modelo corrupto que implantó Fidel Castro.
Por Rolando Pupo Carralero, Presidente Nacional del CID
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