Para este nuevo año, la gente te dirá que las cosas irán peor; que por mucho que luches nada va a cambiar; que la única solución es arriesgar la vida en cualquier intento por escapar hacia cualquier lugar. Para este nuevo año, encontrarás a mucha gente desconfiada que ha perdido la fe en sí misma, porque ha aceptado el diagnóstico de que somos un pueblo trastornado que vive atrapado entre sus patologías psiquiátricas y la esperanza estafadora de que las cosas cambiarán algún día.
Pero eso es mentira. Todo ese discurso destructivo es parte de una estrategia para crear imaginarios depresivos y reducir el potencial espiritual activo que alimenta tu fuerza creativa y transformadora.
Tú eres un ser humano único; que puedes aprender de las experiencias ajenas, pero que tienes la capacidad de construir tus propias experiencias sin dejar que los fracasos decidan cuando debes parar o seguir. Tú eres un ser vivo lleno de oportunidades que a veces no ves, porque estás demasiado perdido en lo que hacen los demás.
Tú eres una maravilla de la creación; una criatura evolutiva en estado de fortaleza pura que sólo necesita un propósito, sentido común, responsabilidad y firmeza. Tu preocupación no puede ser el tiempo, sino el aprovechamiento y la utilidad; tu meta no puede ser la realización de un ideal, sino una aspiración realizable, forjada desde la individualidad de tus capacidades.
Tú tienes el poder de transformar tu vida, pero no vas a lograrlo esperando que los demás lo hagan por ti o confiando en una fe pasiva y sigilosa. La vida es movimiento y acción; la duda puede ser útil como herramienta motivadora en la búsqueda de la certeza, pero todos tus triunfos te exigirán una cuota de riesgos y sacrificios.
El 2019 puede ser la diferencia entre vivir una vida constructiva y dinámica o quedarte dónde estás; entre seguir acumulando tus sueños como trofeos polvorientos o empezar a cumplirlos. No olvides que no debes dejar de hacer lo que puedes por no poder hacer lo que quieres. Camina entre los que tienen algo que decir, no te quedes entre los que se tienen que sentar a escuchar porque nunca hicieron nada.
Por Ernesto Aquino
Artículo de La Nueva República, el semanario del CID
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