Pinar del Río, 17 de setiembre de 2016. En muchas ocasiones nos referimos al caso de personas que no tienen vivienda y otras que el lugar que ocupan para vivir está en muy mal estado. Pero no son esos solo los problemas que tiene la sociedad cubana en este campo; está también la cantidad de miembros de la familia que viven en la misma casa. De forma general cuando esto ocurre en los barrios se les conoce como “los muchos”.
Este es el caso de la señora Aracelis Cala que tiene dos hijos menores de edad, de los cuales la niña, Yuricel de la Caridad Álvarez, de 8 años de edad, padece de una enfermedad alérgica crónica; que le provoca lesiones permanentes en la piel cubriendo de una forma muy lastimosa todo su cuerpo, lo que le causa muchas molestias, picazón irritación entre otras.
Pero para esta mujer y sus hijos, se hace muy difícil la convivencia, pues son 17 personas en la misma casa que está ubicada en la calle Rafael Morales s/n entre Juan Gualberto Gómez y Adela Ascuy, en el municipio cabecera de la provincia de Pinar del Río.
La vivienda tiene solo tres cuartos, los cuales son bastante pequeños para ser habitada por una familia tan numerosa y estos dos niños menores de edad están entre varias generaciones que tienen sus propios problemas, que se incrementan por el hecho de que deben mantener a Aracelis y sus dos hijos, ya que hace un año, el Estado le retiró la pequeña pensión monetaria que tenía de 167 pesos moneda nacional (menos de 7 dólares) porque la trabajadora social consideró que en la vivienda existían otros familiares que trabajan, los cuales podían mantenerla. Eso implica que la decisión de ayudar o no de forma monetaria a esta mujer, dejó de ser un problema familiar para convertirse en una orden estatal.
Habría que añadir que la vivienda está ubicada en una zona húmeda, que incrementa la afección de la niña y aunque algunas condiciones de la casa –de forma relativa- no son malas, no tiene agua potable suficiente para higienizar el hogar, no cuentan con los elementos necesarios en la cocina para poder llevar a cabo la cocción de alimentos para un número tan grande de personas, casi todos adultos.
Las condiciones de la vivienda no son las peores, aunque no cuenta con el agua potable suficiente para la higiene del hogar, sin considerar la situación económica que si es bastante irregular, debido al número de personas que viven juntos. Ante esta situación se puede imaginar que la pequeña no tiene una alimentación adecuada y tampoco una dieta médica que le facilite mejorar su estado de salud, incluyendo el sicológico, por las lesiones en su piel que le cubren todo el cuerpo.
En alguna que otra idea de optimismo, Aracelis en varias ocasiones ha puesto su caso en conocimiento de la Dirección Municipal de la Vivienda; así como se ha dirigido a los rectores de la seguridad social y hasta el momento no ha recibido respuesta alguna. Algo normal en el desarrollo de la política del Estado. Ella aspira a que al menos le paguen un salario como madre cuidadora, por no tener cura la enfermedad de su hija y así poder aliviar algo la situación de la alimentación.
Lo cierto es que mientras en nuestro país siga este régimen dictatorial, familias como la de Aracelis verán tronchadas todas sus posibilidades de futuro, cada vez serán más controladas por el Estado y pasarán su vida entera pensando en que van a lograr algo mejor, aunque sea una migaja como la que ella quiere, de un pequeño salario para ayudarse a vivir.
Por Daudy Hermelo Lago, Defensoría del Pueblo
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