Tenía la invitación, el pasaporte con la visa y el pasaje para recibir un curso en Noruega. Esa preparación era importante para mí y para la gente que la Defensoría del Pueblo ayuda en Cuba. Esperaba que esta vez me dejaran viajar, ya que con anterioridad, sin razón ni explicación, me lo habían prohibido. Salí para la Habana en la noche del domingo 19 de mayo, logré embarcar a las tres de la mañana lunes en un camión de carga. Viajé la madrugada entera y a las 10 am, después del punto de control de San José, un policía en moto persiguió el camión y le ordenó al chofer parar frente a un carro de patrulla que se encontraba más adelante. Cuando el chófer se detuvo un policía nos pidió la identificación de los cuatro que viajábamos. Al instante el policía regresó al carro, entregó las identificaciones menos a mí y me pidió que bajara. Cuando le pregunté cuál era el motivo, me dijo que iba ser conducido a la unidad de San José y allí me contestarían. Me resistí y fui esposado, me llevaron a un lugar fuera de la autopista donde nunca había estado, me tuvieron varias horas en una oficina sin ninguna información, esperando según ellos, por un instructor penal que nunca apareció.
Al reclamar por mi detención arbitraria y la falta de información, fui llevado a empujones a un calabozo por dos policías. Me mantuvieron todo el tiempo en aislamiento hasta la tarde del miércoles cuando otro policía me dijo que iba de regreso para Ciego de Ávila porque estaba reclamado por el tribunal provincial de Ciego de Ávila por un supuesto delito de desacato y desorden público. Al llevarme en horas de la noche a la primera unidad de Ciego de Ávila me metieron en otro calabozo, según el esbirro hasta que amaneciera, para ser entregado al tribunal. A las 9 de la mañana del día siguiente el fiscal Carlos Martínez me interrogó y luego de haber traído una documentación me dijo que debía permanecer unas horas más porque él tenía que regresar al tribunal ya que le parecía que mi detención era un error. El fiscal nunca regresó y el jefe de la unidad en horas del mediodía me puso en libertad diciéndome que había sido un error en el sistema de la computadora de la fiscalía. Sé que esto no fue ningún error, nunca dieron la cara, esto fue una patraña de la seguridad del estado para que perdiera el avión y no pudiera viajar. Tienen miedo a que uno se supere, quieren que todos bajemos la cabeza para seguir explotándonos.
Por Yasmani Díaz Romay, Coordinador de la Defensoría del Pueblo de Cuba Independiente y Democrática (CID).
Artículo de La Nueva República
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