Por Yunia Figueredo
En noviembre de 2022 la delegación para las relaciones con América Central y Cuba del Parlamento Europeo condenó con dos resoluciones las condiciones de trabajo en esclavitud que acontecen en las misiones médicas cubana.
Esta “ayuda solidaria”, como gusta llamarlas el régimen, son ni más ni menos un negocio multi billonario de capitalismo esclavista de Estado, ejercido por el Gobierno de Cuba con todos sus trabajadores civiles con contratos en el exterior. Pero ¿cuánto sufre un médico cubano en una misión?
Para saberlo conversamos con Aracelio Santos Cabello, residente en Palma Soriano quien tras una misión médica a Aruba juró no volver nunca más a participar en brigadas Henry Reeve.
“Lo que viví en Aruba fue más que coerción, más que vigilancia férrea, era un riesgo para la vida y un sufrimiento familiar sin límites. Nada más que el avión despegó del aeropuerto de La Habana sentí ese vacío y esa inutilidad terrible que no me ha abandonado nunca más. Al cuarto día de misión me pregunté: ¿Dónde me he metido?”.
“El sufrimiento por la separación familiar no tiene apelativo. Yo no me presenté como voluntario, como hacen otros médicos, a mí me llamaron, me impusieron, sopesé los pros y los contras y me dije, voy a probar por una vez, para no buscarme problemas, y lo experimenté en carne propia. Pero ni una vez más lo haré. Suficiente”.
La marca de la misión en el doctor Aracelio es legibles. A pesar que a duras penas pudo cumplir exitosamente la misión, ningún incentivo por las cosas que pudo traer, o el dinerito que consiguió ahorrar, pudieron compensar con la separación den su pareja a la llegada de la misión.
“Muchos matrimonios de médicos que han ido a cumplir misión se han disuelto, por infidelidades la mayoría de las veces y es un drama que nunca se toca. Conozco médicos que conviven con eso y han conseguido seguir adelante, incluso con la misma pareja, otros se han divorciado como es mi caso, pero creo que a nadie le ha dolido más que a mí”.
“De las interioridades de la vida de la misión, lo que puedo decirte es que una especie de cuartel al aire libre, donde tienes limites muy marcados: no se puede tener relación sentimental con ningún habitante del país, las relaciones entre médicos tiene que ser consensuada con el jefe la misión, nos especificaban los lugares a los que no podíamos asistir, recalcaban las relaciones con los pacientes debían ceñirse a lo estrictamente médico, cualquier opinión extra clínica tendría el sentido de exaltar los logros de la revolución, especialmente en el sector de la salud, había horario para entrar al hostal, las actividades festivas debían dedicarse a alguna fecha histórica de la patria… en fin un sistema militar encubierto”.
“Antes de partir firmamos un contrato, pero no nos dieron copias. Al llegar a Aruba tuvimos que entregar los pasaportes y no nos los devolvieron hasta el momento del regreso, eso hacía que no pudiéramos andar por la isla sin el temor a ser requeridos y encontrados sin documentación, lo que traía un trámite engorroso con la embajada y una llamada de atención al médico”.
“Sobre si considero trabajo esclavo la misión medica puedo contestarte que sí, esclavo porque es forzado. Me forzaron a ir y además de esquilmarme el salario me reprimieron en el trabajo y me prohibieron hasta existir. Para colmo perdí mi matrimonio. Al regreso quise darle la sorpresa de aparecer sin avisar, y la sorpresa me la encontré yo: otro médico viviendo en mi casa”.
No solo el Parlamento Europeo ha sancionado el trabajo esclavo, sometido por el régimen a los trabajadores de la salud que cumplen contratos con otros países, también la Corte Penal Internacional ha demandados a Raúl Castro y a Miguel Díaz Canel por abusos contra los médicos enviados al exterior.
“Si hubiera sido libre de dejar mi puesto en la misión sin represalias y con posibilidades de sacar a mi esposa no hubiera sucedido esto, pero un médico en una misión es un sometido, y yo, como muchos otros, sufrí las consecuencias”, dice el doctor Aracelio.
En el consultorio de la calle 26 esquina Paquito Borrero, el doctor Aracelio Santos Cabello tiene su consultorio. Detrás del paraban de la enfermería tiene su catre con una sábana y una almohada dentro. De noche en el consultorio en penumbras y junto a la mesa de la consulta, desde el catre lucha contra el insomnio, pensando en su esposa perdida y en la blancura de la playa de Aruba, aquella que nunca le dejaron disfrutar.
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