EL JEFE DE LA INSEGURIDAD DEL ESTADO ME ESTABA TUMBANDO LA PUERTA

Por |2021-06-09T08:23:09-06:009 junio, 2021|La Nueva República, Medicinas, Represión, Sanidad|Sin comentarios

En horas muy tempranas de la mañana me estaban tumbando la puerta.  No era otro que Camilo, el jefe de la Inseguridad del Estado en Manzanillo con el jefe de sector y dos policías. Acababan de llegar en un carro y parecía que andaban detrás de un fugitivo. Cuando abro la puerta les dije: ¡Qué están buscando ustedes aquí!  Con mala cara y con mala forma Camilo me responde que tenía que acompañarlos a la delegación para que explicará lo que había ocurrido en el hospital.  No les había gustado que el viernes 28 de mayo tuve que armar un escándalo cuando llevamos a mi nieto de tres años al Hospital Infantil Hermanos Cordobés y no aparecía el medico de guardia que por fin encontraron jugando con su teléfono.

 

Lo dejé en el hospital con una erupción y por falta de medicinas en pocos días le aparecieron llagas y me lo tuve que llevar

Al llegar a la delegación me mandaron a esperar en el patio hasta qué me llamaran. Tuve que esperar dos horas, es como para que uno se crea que es una cosa de la que ellos pueden disponer.  Entonces me pasaron para una oficina llena de cajas, todo aquello sucio y sin una silla. Camilo y otro oficial entraron amenazándome que él próximo escándalo que yo diera me iban a meter (condenar) por peligrosidad y me iban a desaparecer.  Qué ni mis familiares iban a saber dé mí.

 

Les contesté que dije la verdad, que no hay medicamentos en los hospitales para los niños de uno, pero sí había para los jefe y sus negocios en la calle, también les pregunté que de dónde salían las medicinas que hay que comprar en la calle porque las farmacias están vacías, que un blíster de co-trimoxazol (sulfaprín) me costó 100 pesos para mi nieto y todo eso sale de los hospitales. Me dijeron que era muy bocona,  que me callara y que les dijera donde yo había comprado el medicamento.  Les respondí qué yo no me dedicaba a delatar a nadie.

 

Salieron y me dejaron como media hora más allí, de pie y después de tanta espera me dijeron que me fuera y qué iban a poner una vigilancia por sí yo formaba cualquier cosa.  Les dije que si temían a que los sacara por la prensa, que pusieran un escuadrón a vigilarme porque yo no les tenía miedo. Me tuvieron detenida cuatro horas.

 

Por María del Carmen Guisado Cisneros delegada del CID en Manzanillo.

La Nueva República

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