Algunos analistas, sobre todo de economía, catalogan el 2024 como el peor año de la historia de Cuba. Ese listón de la miseria desde hace tiempo se viene sobrepasando cada 1 de enero del nuevo año, por la caída libre tanto de la economía, como de todos los aspectos de la vida cubana, en manos de las equivocas decisiones del régimen.
No solo los cubanos sufrimos minuto a minuto los 365 días de 2024, encima fue un año bisiesto, y tuvimos que sufrir 24 horas adicionales de pestilencia, hambre y apagón. También soportamos dos ciclones, que su daño hicieron, sobre todo porque las partes afectadas no recibieron alerta a tiempo. Más un terremoto, de 6, 8 en la escala Richter.
Desde enero el gobierno también colaboró con el infierno, aplicando un nuevo experimentó: “Corregir distorsiones de la economía para reducir la inflación”, consistió en la subida de precios de los combustibles y los productos de la canasta básica, medidas que al final repercutieron en más miseria para el pueblo.
En febrero destituyen con prisión incluida al ministro de economía Alejandro Gil, arquitecto junto a la presidencia y al Partido Comunista de la debacle que sufre el país, luego de eso la economía empeoró más, y la inflación continúa creciendo.
En julio el régimen comenzó una cruzada contra la gestión económica, sobre todo contra las pequeñas y medianas empresas particulares recién permitidas, cuyas espaldas cargaban el peso de la alimentación del pueblo.
En septiembre se arreciaron las medidas contra los trabajadores por cuenta propia, que tenían negocios. En noviembre se dictó el Decreto 56, que prohibía la venta mayorista a la gestión privada, un duro golpe que los obligaba a cerrar o someterse a disposiciones de corte esclavista, una medidas evidentemente encaminada a obligarlos a cerrar.
El legajo de leyes aprobadas en la reciente asamblea nacional del Poder Popular, celebrada en La Habana los días 16 y 17 de diciembre, traerán un 2025 funesto, tal vez peor que el año anterior. Toda esta política represiva contra los cubanos repercute en la calidad de vida de la población, que cada día se empobrece más, las denuncias tramitadas por las Defensorías del Pueblo de las diferentes Delegaciones de Cuba Independiente y Democrática, CID, así lo revelan.
En el sumario de las Defensorías del Pueblo de diciembre, podemos señalar que 10 fueron Reclamo de Asistencia social, 6 de Denuncias y 4 de Reclamos ciudadanos.
Entre los casos más tristes denunciados este diciembre, se encuentra el fallecimiento en Bartolomé Masó, provincia Granma, de Lisbet León Verdecia, por negligencia médica del hospital de ese municipio.
En la localidad de Velasco, en la provincia Holguín, la situación en que viven las personas en bohíos de mala muerte, cocinando con carbón, con piso de tierra, con chequeras que no le alcanzan ni para mal morir, es un panorama devastador de ese territorio holguinero.
Ceyda Velásquez Leyva vive en una choza y está enferma. Padece de esquizofrenia y no tiene medicamentos. Vive con su hermano ciego, que esta prostrado en una cama y tampoco tiene medicinas para su enfermedad. Ruegan clemencia y piden a Asistencia Social que se apiade de ellos.
También de Velasco, Holguín, Oscar Pupo denuncia a la Asamblea Provincial del Poder Popular de Holguín, los casos de Rafael Silva Reyes y Graciela Silva Reyes, hermanos de edades avanzadas que viven solos y están enfermos. Comparten una chequera de muy bajo ingreso que no le alcanza ni para comprar los medicamentos. Sus estados físicos, como el de la vivienda, son considerados degradantes. Piden ayuda al estado.
En San Juan y Martínez, provincia Pinar del Río, la situación en el campo también es devastadora. Decenas de familias que perdieron los techos de sus viviendas tras el paso de los ciclones, esperan por años la ayuda prometida por el estado.
Maria Julia Soa, de esa localidad pinareña, es una persona de la tercera edad que tiene que cuidar a su padre y a su nieto con problemas de enfermedad. Está abandonada social y económicamente por el Gobierno, se denunció a todas las instancias y al departamento de Asistencia Social para que los ayudaran.
Ante la falta de combustible y de gas licuado, las personas en toda la isla han tenido que recurrir a la leña y al carbón, para cocinar los alimentos. En Romerillo Luis Bueno cocina en la calle, quemando en brasas un tronco de un árbol derribado por el ciclon Rafael. Una escena que parece salida de una película de catastrofismo.
En medio de la miseria rampante que azotaba el 2024 el Gobierno desarrolló en PABEXPO, municipio Playa, la Feria Internacional de Artesanía, FIART 2024, donde acudió la minoría pudiente del país, mientras que al cubano de a pie le resulta imposible acudir a esos tipos de eventos, una desigualdad de clases demasiada notable para ser obviada.
Dos vagabundos que antes trabajaron para el regimen y hoy sobreviven de lo que recogen en la calle son Luis Alberto Gonzales León y Manuel Estrada. Recogen y revenden materia prima en la playa Guanabo, y duermen en los portales. Como ellos, miles de personas de la tercera edad por toda la isla viven en estas condiciones precarias y no son asistidos por el Estado.
También de la Delegación del CID de Jaimanitas Antonio Medina Castañeda, mostrando la rebeldía propia del cubano, denuncia una injustica cometida contra su persona, por parte de los inspectores estatales que le pusieron una multa por su negocio particular. Antonio pide que le quiten la multa, o tendrán un nuevo opositor al Gobierno.
Otros casos de Reclamos y Denuncias al regimen para exigirles que cumplan con sus obligaciones sociales, constituyeron la esencia del trabajo de las Delegaciones de Cuba Independiente y Democrática, CID, por toda la isla. En 2025 continuaremos con la hermosa labor de defender los Derechos Humanos y los Derechos Ciudadanos del pueblo de Cuba.
Frank Correa
Defensor del Pueblo
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