El día 20 de mayo de 2020, mi hija de 2 años de edad y teniendo fiebre de 38°, fue remitida de inmediato como ingreso para el Hospital Pediátrico Eliceo Noel Camaño en Matanzas. Al llegar al centro hospitalario, con demoras le hicieron varios análisis; al revisarla le diagnostican que tiene amigdalitis. La ingresaron en la sala B, destinada a los pacientes con síntomas respiratorios, adonde a mi hija no le correspondía estar.
La doctora de la sala, determinó ponerle un plan de penicilina; inmediatamente le expliqué que mi niña hacía resistencia a ese medicamento, la doctora hizo caso omiso y le comenzaron a inyectar la penicilina. A los 2 días mi niña seguía con fiebre, pero esta vez ya era de 39.7°, por lo cual estuvo a punto de convulsionar; mi hija ya estaba haciendo estomatitis y sentía mucho malestar físico. Llamé a la doctora, al rebatirle y exigirle sobre lo que le había dicho antes sobre mi niña y la penicilina, decidió cambiarle el tratamiento, esta vez fue con Trifamol.
En el hospital les dan un almuerzo y comida a los niños con muy mala calidad y muy mal elaborados, además, los almuerzos como las comidas las llevan hasta 2 horas después, (ejemplo de ello es el almuerzo que con mucha frecuencia se lo dan a las 2 de la tarde). No les dan agua para bañarlos, cuando las madres y padre pedimos agua a los pantristas para bañar nuestros hijos, responden diciendo que «al niño no les toca bañarse»; las salas de ingreso no las limpian diariamente, solo 1 o 2 veces por semana, cuando lo hacen, es de muy mal modo, sin aplicar los requisitos esenciales de una limpieza efectiva ni higiene adecuada.
A los 2 días de haber estado mi hija con el tratamiento del Trifamol, le dan el alta para la casa, a seguir con el mismo medicamento, pero por vía oral. Nuevamente me acerqué a la doctora y le dije que mi hija vomitaba las pastillas, por lo que era más idóneo que le recetara el Trifamol inyectable, a lo cual volvió a hacer caso omiso.
El lunes 25 le dieron el alta médica a las 3 de la tarde, el medicamento le correspondía a las 2, pero no se lo dieron. Después de ese último, debía seguir en casa con el tratamiento. Cuando llegamos a casa, al darle la pastilla, la niña vomitó, así ocurrió las veces que intenté darle el medicamento. Por lo que mi hija rompió el tratamiento debido a la ignorancia de la doctora, de la cual se puede dudar quién le habrá dado el título de médico.
Yo me pregunto: ¿de esos modos pretenden eliminar la pandemia Covid-19, cuando ni siquiera en un hospital de niños existen los cuidados, la higiene ni la alimentación adecuada?, ¿qué hacen los dirigentes de este hospital que no se conduelen con las graves penurias que persisten en dicho centro hospitalario infantil, sabiendo que los niños ameritan extremos cuidados aún más rigurosos?, ¿qué hubiera ocurrido si mi niña se hubiese complicado por culpa de la incompetencia del personal médico? ¡el personal de salud está cobrando un salario casi sin trabajar y hasta cierto punto juegan con la vida y la salud de los inocentes, como lo fue el caso de mi niña!
Hoy mi hija de 2 años tiene trauma por causa de tantos pinchazos que en un final no le han resuelto nada. ¿Hasta cuándo soportaremos los cubanos este sistema?
¡Basta YA!
Madeleiby Hernández Mesa, madre de la bebé.
Cubano no te calles, reclama tus derechos
Por Leodán Suárez Quiñones, delegada Nacional del CID ante la Comunidad LGBTI en Cuba.
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