La política cubana de Biden ignora la realidad

Por |2020-08-30T16:53:15-06:0030 agosto, 2020|Corrupción y robos, La Nueva República, Militares, Represión|Sin comentarios

Nueva York, The Wall Stret Jounal. Agosto 23 de 2020. Por Mary Anastasia O’Grady.

A la izquierda el empresario brasileño Marcelo Odebrecht, condenado a 19 años de prisión en Brasil por corrupción cuya empresa estuvo a cargo de los trabajos en el Puerto de Mariel, la destituida expresidenta de Brasil Dilma Rouseff y Raúl Castro, dictador de Cuba

El candidato presidencial Joe Biden ha prometido resucitar las políticas cubanas de la era de Obama que reconocían a la dictadura militar de seis décadas como un país normal. Se suponía que los lazos diplomáticos y el turismo y la inversión norteamericana fomentarían la liberación cubana.  Los críticos predijeron que haría lo contrario. Legitimar la tiranía y poner más dólares en manos de Castro Nostra, dijeron, sólo alimentaría más represión.

 

El libro de Stephen Purvis, “Close But No Cigar: A True Story of Prison Life in Castro’s Cuba” (Parecido pero no es un cigarro: La verdadera historia de la vida en prisión en la Cuba de Castro) detalla con tristeza su arresto y los horribles 18 meses en las cárceles cubanas, apoya la opinión de que es poco probable que el compromiso económico por sí solo suavice el despotismo cubano. El libro es un manual para los potenciales empresarios dispuestos a asociarse con los totalitarios. Que Purvis haya sobrevivido es un tributo a su coraje personal. También es nada menos que un milagro.

 

El Sr. Purvis, un británico casado y con cuatro niños pequeños luchaba como arquitecto en el sureste de Londres cuando alguien le ofreció una oportunidad de carrera en el Caribe. Purvis mordió el anzuelo.  Al final trasladó a su familia a Cuba, donde, como alto ejecutivo de su empresa, trabajó con el régimen castrista en una variedad de empresas conjuntas, incluyendo complejos turísticos, hoteles y fábricas. A lo largo de una década, escribe, «constantemente nuestros negocios se convirtieron en una empresa respetada».

 

Ese era el problema. El señor Purvis considera que a medida que la muerte se acercaba a Fidel, el hermano menor Raúl y el cuadro de sus amigos militares se preocuparon porque la situación «se podría convertir en algo incontrolable».  Entonces decidieron actuar «erradicando metódicamente todo lo que fuera una amenaza» que incluyera «a todos los políticos o líderes empresariales de alto rango». Hubo «purgas públicas» de unos cuantos pero «la mayoría simplemente fueron editadas» y «reemplazadas por figuras militares». A saber: «Después de haber permitido al capitalismo extranjero rescatar la economía colapsada» en los años 90, el régimen cambió para «decapitarla antes de que se volviera demasiado poderosa». Aunque no es partidario del embargo estadounidense, el Sr. Purvis se encontró en la lista de objetivos del régimen.

 

En 2011 Purvis fue arrestado y «acusado provisionalmente de informar sobre  secretos de la seguridad estatal y actividades ilegales». Fue enviado a la tristemente célebre prisión de Villa Marista, la «Lubyanka soviética castrista, o la sede de la Gestapo de Hitler» en Cuba, donde pasaría ocho meses agotadores. Pasó otros 10 meses en La Condesa, una brutal prisión de máxima seguridad para extranjeros.

 

Su primera celda era una mazmorra oscura, húmeda e infestada de ratas y de una dimensiones como las de un colchón de tamaño king. La compartió con otros tres, esperó cuatro semanas para ver a un abogado y le negaron los 15 minutos de luz del día que las reglas prometían. Su encarcelamiento fue inhumano, como el de otros hombres de negocios extranjeros que repentinamente cayeron en desgracia, fue del tipo de las pesadillas soviéticas de los campos de reeducación.

 

La tortura fue diseñada para dar frutos durante los interrogatorios —oficialmente conocida como «instrucción». Ellos querían que les entregara en un plato «la cabeza de algún extranjero importante, preferiblemente una cabeza gorda con un bonito y valioso negocio de alto perfil». Purvis no tenía a nadie que ofrecer, se negó a mentir y decidió que hacerlo sería contraproducente de todos modos.

 

El señor Purvis eventualmente se enteró que había sido «falsamente denunciado por un antiguo colega». La acusación de espionaje finalmente fue retirada. Un cargo de «procesamiento de letras de cambio», que durante 10 años siempre pasó auditorías gubernamentales, fue también evidentemente falso.

 

En algún momento del camino, el presidente Torquemada (inquisidor) y sus subordinados decidieron abandonar todo el asunto. Pero no antes de que la esposa del Sr. Purvis sufriera una crisis nerviosa y se le arruinara financieramente y se le dañara psicológicamente.

 

El cinismo, el racismo y la pudrición moral general de la dictadura corrieron de arriba hacia abajo. El régimen se hizo de la vista gorda cuando traicionó a la empresa Dubai Ports World, que tenía un contrato firmado por $350 millones de dólares para renovar el puerto de Mariel. El señor Purvis había viajado a Dubai con el ex yerno de Raúl, Luis López Callejas, para negociar el acuerdo. Pero seis meses después Raúl tomó y López Calleja le dijo a al señor Purvis que cancelara el acuerdo de $350 millones porque «en Cuba no nos gusta ver la palabra vinculante en los contratos». Ya la compañía militar del  señor López Callejas había «tomado por la fuerza» el control del turismo y la mayor parte del resto de la economía.

 

Tres meses después, Cuba anunció «un acuerdo con un grupo de construcción brasileño respaldado por un préstamo estatal brasileño» de $850 millones. El Sr. Purvis se pregunta para qué se destinarian «los 500 millones de dólares adicionales» y por qué los periodistas extranjeros son demasiado perezosos para no darse cuenta. Unos cinco años después, estalló un mega escándalo de soborno y corrupción que involucraba a empresas constructoras brasileñas y préstamos estatales en América Latina.

 

Esta es la Cuba que el presidente Obama propuso negociar. Ahora el Sr. Biden quiere intentarlo de nuevo.

Traduccion Infocid

Deja tu comentario