Las fuerzas en conflicto: el pueblo luchando por mantenerse vivo, el régimen por mantenerse en el poder

No hay dudas que en Cuba el gobierno y el pueblo comparten un interés común: los dos están luchando por sobrevivir. El problema es que mientras el régimen lucha por mantenerse en el poder, el pueblo está luchando por mantenerse vivo. Creo que pronto tendrá que haber un cambio de estrategia entre los que empujan y los que son empujados.

 

El gobierno cubano espera que la población contribuya, con su disciplina y obediencia incondicional, para que las medidas implementadas para combatir la propagación del coronavirus sean efectivas y reduzcan las posibilidades de contagio.

 

Lo que el gobierno cubano no ha dejado claro es si esas medidas son un chiste (del imaginario humorístico socialista), una cámara oculta que pronto descubriremos que sólo era una broma para disfrutar en familia durante la cuarentena o algo definitivamente macabro.

 

De lo contrario, cómo podemos interpretar, comprender y aceptar que el régimen continúe reduciendo drásticamente el número de tiendas y establecimientos comerciales (además de las ofertas) donde la población puede acceder para la compra de alimentos.

 

Porque lo que está sucediendo es que los ciudadanos duermen fuera de las tiendas desde el día anterior para coger un turno, con todas las consecuencias dramáticas que eso implica, consecuencias que van desde la lucha contra los acaparadores de turnos para luego venderlos, hasta los policías corruptos que los protegen.

 

Si el objetivo es evitar las aglomeraciones, porqué el régimen no incremeta el número de puntos de ventas para facilitar el acceso rápido a las compras. Si el propósito del régimen es que los ciudadanos permanezcan el mayor tiempo en sus casas, porqué ha reducido espectacularmente la variedad de productos que existían en el mercado antes de la pandemia forzando al ciudadano a una dieta escasa y racionalizada que en cuestión de días ve agotada, forzándolo continuamente a la búsqueda de nuevas provisiones.

 

Y por si eso no bastara, los precios siguen subiendo y la calidad de los productos bajando. Lo que, sin duda, parece perfeccionarse en cada nuevo día son los métodos de control y represión. Porque en diferentes zonas del país ya se están viendo los efectos de la desesperación ciudadana. Y los síntomas del hambre no se manifiestan con fiebre y dolor de cabeza, sino con violencia y derramamientos de sangre.

 

Por Ernesto Aquino

La Nueva República

CubaCID.org

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