Funcionarios y la policía no pudieron ocultar la cantidad de carteles escritos con pintura o con carbón en el casco histórico de la ciudad y en las principales calles de la carretera Central: ¡Abajo la dictadura! ¡Abajo Díaz Canel ¡Queremos comida ! ¡Abajo el Comunismo! ¡Abajo la Revolución!
Son demasiados carteles, decía uno de los esbirros encargado de borrar los de la céntrica tienda de MLC (La Cruz Verde) situada al lado del Poder Popular y a dos cuadras de la 1ra unidad de la policía en el centro de la ciudad. Hasta en la tarde del dos de enero todavía no habían podido borrarlos todos.
Mientras los represores trataban de eliminarlos con bastante dificultad, como si fuera una peste que contagiara al pueblo, no pudieron impedir que la gente se aglomerara y les dijera que lo que tenían que hacer era mandar la comida de la canasta básica. Con esa reacción se sumaban a la protesta y demostraban su simpatía a quienes durante la noche manifestaron en las paredes de la ciudad el sentir popular.
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