En esta imagen se ve un anciano que anda con un bastón pidiendo dinero para no morirse de hambre. Lo vi y lo reconocí porque el 10 de diciembre de 2010 este mismo señor participó en una golpiza contra un grupo de opositores que estábamos leyendo en público la Declaración de los Derechos Humanos en el día de su celebración. Lo encontré la semana pasada en la zona del Wifi de Velasco y le di cinco pesos moneda nacional y le dije: Rafael, tú eras comunista y me maltratabas y ofendías porque yo no era comunista y hoy a este gobierno no le importa que tu sufras y pases hambre, yo no te guardo rencor y cuantas veces pueda te ayudo con algo y casi llorando me respondió: eso es cierto, que Dios te bendiga muchas veces, yo sé que hice mal y reconozco que estaba engañado.
Rafael no es un hecho aislado, en todas partes de este país se puede ver el abandono y el desprecio que sienten por las personas de la tercera edad quienes han destruido a Cuba. Después de haber trabajado toda una vida los ancianos viven abandonados sin ninguna protección ni beneficio. Andan por las calles recogiendo lo que pueden para alimentarse y dependiendo de la solidaridad de un pueblo al que le falta todo. Muchos caen en el alcoholismo como una forma de escapar de su triste situación, otros se mueren de inanición y unos cuantos se suicidan.
Esta es la realidad en Cuba, la patria de millones de cubanos que sufren desde que hace 60 años tomó la dirección de este país el Partido Comunista y Fidel Castro con el mito de la Revolución de los humildes con los humildes y para los humildes. Millones fueron engañados y ayudaron a crear el sistema cruel y despreciable donde todos los beneficios son para un grupo que es el que controla todo por la fuerza. Sin embargo para los que se equivocaron y lo reconocen no puede haber odio porque el odio es lo único que mantiene en pie a esta dictadura.
Por Manuel Martínez León, de la Defensoría del Pueblo en Velasco, Holguín, activista de Cuba Independiente y Democrática (CID), fundado por el Comandante de la dignidad: Huber Matos.
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