Cuando todos los cubanos sean libres, y no haya cuentas que saldar con el pasado; cuando pensar en voz alta la verdad sea un deber sagrado para no avergonzar el derecho a la vida, nuestro corazón seguirá sangrando.
Orlando Zapata estará entre los mártires, pero habrá una ausencia que no podremos salvar con un abrazo y que tendremos que llenar con una lágrima, porque ese dolor no lo podrá cambiar ni siquiera el orgullo de saber que murió como un soldado de la libertad.
En lo profundo de nuestro ser tendremos que ahogar el júbilo, por la tristeza de no poder compartir los alivios con los hermanos que lo dieron todo.
Hoy, que estamos recordando otro aniversario de su muerte a manos de la tiranía, lo vemos multiplicarse en la firmeza de todos los hombres y mujeres que seguimos sembrando la patria de reclamos de justicia y libertad.
Orlando Zapata no quiere que lamentemos su muerte, para que no sea inútil el sacrificio de su vida, porque él fue al encuentro con la eternidad, iluminado por la honra de quien cumple su deber lleno de orgullo; y todos los que estamos contagiados con su ejemplo no lo defraudaremos.
Orlando, hermano querido, los que te arrebataron la vida te hicieron indestructible; porque ahora, eres un grito acusador azotando la impunidad de los tiranos; ahora eres una antorcha para todos los tiempos; ¡Ahora, eres Eterno!
Por el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Cuba Independiente y Democrática (CID).
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